lunes, 28 de febrero de 2011

¿APEC: qué esperamos?

Desde la visita oficial del presidente Virgilio Barco al Lejano Oriente, el país ha sido miope para estrechar sus lazos con  esos mercados. No despegamos, aunque reconocemos la impresionante dinámica de esas economías, en particular las de Asia Oriental. Sus crecimientos sostenidos están a la vanguardia de la recuperación de la actual crisis y en muy poco tiempo cambiarán, aún más, la geografía y la economía política del planeta, y correrán, definitivamente, el eje del desarrollo y del comercio de Occidente a Asia. El TLC con Corea de Sur, que es el primer intento real de Colombia –luego de 25 años– por entrar a esa zona y en el APEC, aún luce incierto. Los que siempre ganan, quieren siempre ganar.

Es la hora de Asia y Colombia no puede marginarse más de estas dinámicas. De acuerdo con el FMI, en 5 años la economía de esta región será 50% mayor. En 2030 su PIB será superior al de las economías del G7 sumadas. Sólo en las últimas dos décadas su participación en el comercio mundial se ha duplicado y su PIB se ha triplicado. Seis de ellas hoy hacen parte del club del G20 y aunque China y Japón se disputan el honroso segundo lugar, sus economías emergentes Hong Kong, Singapur, Corea del Sur, Taiwan, Tailandia, Indonesia, India–, han dado mucho de qué hablar. A este bloque –cuyo máximo organismo de concertación es la APEC– ya pertenecen Chile y Perú y allí aspira entrar Colombia. Por supuesto pendemos del hilo del TLC con Corea del Sur.

Sólo este socio es un lujo. Es uno de los cuatro tigres que desde la década de los sesenta ha mantenido una dinámica de crecimiento inusitada y hoy es la décima economía más grande del mundo. Empero, con todo y su gran tamaño, mantiene una fuerte dependencia del sector industrial y las transformaciones en calidad de vida medidas en términos de ingresos, hábitos de consumo y reducción de pobreza han presionado una demanda externa de bienes primarios, en los que Colombia tiene una evidente ventaja comparativa. Con un atenuante. Su extensión es similar a la de Vichada o Amazonas y sólo el 30% de su territorio es apto para la producción agroalimentaria. Insuficiente para la superpoblación –49 millones de habitantes– que lo caracteriza.

Sólo en carne gozamos de un estatus sanitario superior, si consideramos el brote de aftosa que afecta a Corea del Sur desde noviembre pasado. La enfermedad ha desatado una crisis sin precedentes y ha llevado al sacrificio a más de 2,2 millones cabezas de ganado, con sus efectos en el abastecimiento de leche. Aunque según la FAO la alerta compromete a toda Asia, tras la confirmación de la presencia del virus en Corea del Norte y las epidemias que también han afectado en años recientes a China, Rusia y Mongolia. En consecuencia, quizá sea este el primer tratado en donde el sector agropecuario puede ganar.

No obstante, las mayores sensibilidades del lado colombiano, están en la industria automotriz. Un sector que, dicho sea de paso, quedó obsoleto, no se integró, no exporta y sólo atiende el mercado interno, pero que puede ser la piedra en el zapato.  Aunque en la ronda de los Ángeles avanzamos, los negociadores deberán tener en claro para la reunión de Washington (abril-mayo), que sin carne y leche no habrá TLC, como tampoco lo habrá si no hay apertura en el mercado de bienes industriales, especialmente, en vehículos. No todas las veces se gana y esta vez en el turno del sector primario, que en los pasados TLC fue feriado al mejor postor.

*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.




martes, 22 de febrero de 2011

La guerra se gana en el corazón de los soldados

Mientras se empiezan a encender alarmas por rebrotes de violencia en algunas regiones,  algunos sectores de opinión la han emprendido contra el ministro Rivera, el mismo que – ¡casi nada! – lideró la operación que permitió la baja del sanguinario Momo Jojoy. Lo culpan –sumariamente a mi juicio– de incapacidad para liderar  la política de seguridad del Gobierno Nacional.

Los ganaderos hacemos parte de esa voz de alerta sobre la inseguridad. Desde hace más de un año, en el programa de TV Expedición Ganadera y en diferentes medios de comunicación,  hemos advertido sobre la presencia de las FARC en la Guajira, el abigeato en el Cesar y el accionar de las bandas criminales en Córdoba, que se suman a rebrotes de violencia en Cauca y Arauca, entre otras regiones. Así pues, la alerta es justificada, pero no necesariamente la inculpación al ministro. Pedir cabezas es un expediente fácil y da réditos políticos en época preelectoral, pero es más constructivo ir a las verdaderas causas.

El narcotráfico es la principal. Mientras subsista, serán inevitables los rebrotes de violencia por cuenta de sus bandas criminales o su alianza con la guerrilla. Por ello, antes de cuestionar al ministro, habría que revisar las relaciones con Estados Unidos, porque la “diversificación de la agenda” no puede sacrificar el tema de “la corresponsabilidad”. Mientras los países productores continúan poniendo los muertos, la degradación social y ambiental, y el desprestigio a que se ve expuesta su fuerza pública en medio de una guerra sucia por naturaleza, el presidente Obama anuncia una nueva reducción de la ayuda contra el narcotráfico para 2012. Acabo de llegar de la ronda de negociaciones con Corea del Sur en Los Angeles, y produce indignación constatar el desvergonzado consumo de drogas de la sociedad estadounidense. Esto sin contar que el TLC con ese país, tampoco arranca.

Eso desmoraliza a quienes, a todo riesgo, se meten a la selva a buscar campamentos guerrilleros y laboratorios clandestinos. Y los desmoraliza también el nuevo riesgo que hoy enfrentan en el cumplimiento de su deber: la posibilidad de ser llevados ante los tribunales, sin  que el Estado y la sociedad que les exigieron exponer sus vidas para preservar las de todos los colombianos, hagan algo por brindarles apoyo y una defensa adecuada.

Bajo la presión de personas y organizaciones que utilizan los derechos humanos como bandera política, el Gobierno terminó eliminando en la práctica la figura del fuero militar y las competencias de la Justicia Penal Militar, con lo cual les quitó a los militares el derecho a una justicia acorde con la realidad de la lucha contra todas las formas de violencia. 

Por ello, hay que restaurar la vigencia plena de la Justicia Penal Militar, con apego a la Constitución y con los controles que sean  menester. Y en el entretanto, es urgente garantizar la defensa de los militares y policías ante la justicia ordinaria, a través de la Defensoría de la Fuerza Pública. No olvidemos que “la guerra se gana en el corazón de los soldados”, y es allí donde la podemos empezar a perder después de tan enormes esfuerzos, si el Estado y la sociedad no acompañan de verdad a quienes los están protegiendo. Es un asunto de solidaridad y de supervivencia.

El ministro Rivera no ha podido hacerlo mejor. Pero si no logramos mantener la motivación de la Fuerza Pública y, sobre todo, si continuamos por el camino de igualar ante la justicia a nuestros héroes con los delincuentes de toda laya, ningún ministro podrá evitar que la violencia siga intentando levantar alguna de sus mil cabezas.

*Presidente ejecutivo de FEDEGÁN.


lunes, 14 de febrero de 2011

¿Qué ocurre en el negocio lácteo?

 El sector lácteo global enfila baterías para un año de bonanza y reacomodos. Las previsiones de precios, una demanda extraordinaria y la capacidad de producción, determinarán el remezón entre los grandes competidores y la tajada que apropiarán las economías emergentes –a fin de cuentas, los industrializados están llegando a su tope excedentario–. Ahí están Argentina, Brasil, Uruguay o Chile. La paradoja es para Colombia. Aunque podría jugar en estas ligas, tendrá que privarse. Las perspectivas del negocio lácteo nacional se enfrían dramáticamente y sólo una política de choque, podría impedir el colapso del sector.

Afuera las condiciones están dadas. Se trata de un mercado que produce 710 millones de toneladas y mueve más de U$3 billones al año. En los próximos 8 años, los precios de los productos lácteos subirán en promedio entre 16% y 45%. De hecho, la recuperación de las cotizaciones se ha sostenido desde septiembre de 2010. El indicador de la FAO reporta incrementos de 10% en los precios reales a enero de 2011 y la USDA habla de alzas de 11,4% en los últimos días. Con lo cual, este año la tonelada de lácteos podría transarse entre US$3.500 y US$4.500.

Varios factores juegan en este escenario. China se convertirá en el gran importador de leche entera en polvo, con más de 400.000 tn. Prácticamente ha triplicado sus compras en los últimos dos años. Una modesta producción interna derivada de la crisis de la melamina, mejores ingresos, una especie de “baby boom” y las campañas gubernamentales, la llevarán al primer lugar. Hoy sólo 23% de los chinos consume leche y su pér cápita es de 25 kg/año en promedio, cuando en las industrializadas llega a 200.

A la demanda de China se sumará la de Rusia, que en 2010 incrementó un 25% sus compras. Comportamiento que continuará para 2011, a la par de las economías petroleras. Con lo cual, la leche está de moda y en Europa este era el tema de debate a principios de este año, pero desde el otro ángulo: la oferta. Sus bajos inventarios y la apreciación del euro frente al dólar, podrían comprometer sus posibilidades. En tanto que los problemas climáticos en Australia, Nueva Zelanda, Rusia y la desconfianza en china, suponen problemas de abastecimiento.

Mientras afuera el mercado lácteo podría dar una vuelta completa, en Colombia más de 1.1 millones de hectáreas se inundaron, 116 mil reses murieron y 1.4 millones tuvieron que desplazarse. La pérdida de ganado, significó una caída en la producción de 15% frente a 2009. Hoy la disminución de forrajes representa uno de los mayores problemas para los productores, que empeora con las heladas, las dificultades para comercializar, el daño en las tierras, los escasos recursos para la reactivación y los costos de producción.

No ayudan los desacuerdos para fijar el sistema que regirá el pago al productor de leche. De entrar en vigencia la Resolución 012/07, el incremento sería de un irrisorio 1% por litro, cuando en las góndolas de los supermercados, nacionales e internacionales, el asunto es a otro precio. En contra partida, los parámetros de calidad exigidos al ganadero se ajustan al alza, por fuera de la realidad del país. En otras palabras, Colombia tendrá que dejar pasar los buenos tiempos. Mientras afuera la leche hierve, aquí se congela y el apoyo gubernamental en esta crisis es insuficiente.

*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN

lunes, 7 de febrero de 2011

Las BACRIM

En los departamentos asolados por las bandas criminales ronda una calma chicha, atemperada por la fuerte presencia militar, protagonista de excepción, del recrudecimiento de la criminalidad. Dos años a lo sumo, han bastado para ver florecer una delincuencia compleja, que nutre sus filas con mercenarios de todos los pelambres. Una tendencia peligrosa, que no ha sido ajena para nuestros vecinos. Lo dijimos: un proceso de reinserción defectuoso, le puede salir caro al país. Lo más grave, es que seguimos equivocando el rumbo.

El crimen organizado cobró vida en su connivencia con guerrillas, narcotráfico y sicariato y, de contera, con excombatientes de los grupos paramilitares que se sometieron a  la Ley de Justicia y Paz, porque lo suyo no era desafiar al Estado, sino lavar los recursos de los narcóticos. De eso se habla en las regiones, donde las Bacrim mantienen su estela de terror y dineros calientes a manos llenas. Una estrategia que compra autoridades, conciencias, y adherencias sociales. Y para la muestra, el indecoroso proceder de funcionarios públicos, que fraguaron titulaciones a favor de testaferros de alias “cuchillo” o las imágenes de su multitudinario sepelio.

La creciente ola de inseguridad ha ido más allá de las goteras de los cascos urbanos. Está en las calles céntricas de Bogotá, Medellín, Barranquilla o Cali. Sus células urbanas, están haciendo la vida imposible a comerciantes y empresarios. Asaltos, extorsiones, asesinatos, secuestros y hasta masacres, que otrora fueron sal exclusiva en la herida de campesinos y agroproductores, se producen a escasas cuadras de los palacios municipales.

La sentencia: combatir las Bacrim. Pero el tema no es sólo reprimir y judicializar. A fin de cuentas, nuestro sistema penal acusatorio hace agua. Más demoran nuestras fuerzas en capturar a los infractores, que los jueces en liberarlos. Necesitamos purgar la institucionalidad local, en donde se ha enquistado el fenómeno. Instancias donde no se mueve una decisión en materia de tierras, justicia o contratación, sin que medie la corruptela que se alimenta de los millones del narcotráfico de las Bacrim. Es un tema que se ha convertido vox populi en corregimientos y veredas, así como el sigilo que ha tenido que adoptar el ejército, para dar golpes certeros a los bandidos.

Pero hay más. Es preciso darle una oportunidad de vida a cientos de jóvenes y adolescentes, que se han convertido, según el General Naranjo, en blanco de estos grupos. Pequeños reclutas desorientados, en campos y ciudades, que se transan por menos de $400.000, para asumir como matones. No es un secreto que la pobreza ronda y las oportunidades escasean. Con un agravante: los estragos del invierno y su prolongación, pueden agudizar una crisis social. ¡Se necesitan inversiones y se necesitan ya, con especial angustia en el sector rural.

Finalmente y, parafraseando al General Naranjo, es urgente que el Estado actúe con mano firme o las bandas criminales pueden “generar un gran desafío para la institucionalidad”. Nada más cierto, cuando se aprecia la estructura de militantes, cobertura geográfica y barbarie de las Bacrim. Pero la idea de meterlas en cintura, está estrechamente ligada con los “reconocimientos” que realice el propio Gobierno o la propia sociedad civil. Cualquier guiño sinuoso, podría abocar al país a darles un estatus que no tienen.