viernes, 28 de marzo de 2014

¿Idiotas útiles o intencionales?

Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie

Hacer de Latinoamérica y el Caribe una “zona de paz” fue la promesa de la Celac en Cuba; una consigna hipócrita de Raúl Castro, adalid de uno de los regímenes más trasgresores de los derechos humanos. Celac, Alba o Unasur, son la misma patraña castro-chavista que, bajo la inspiración del Foro de Sao Paulo, busca instaurar una zona de impunidad desde el Río Bravo hasta la Patagonia, para perpetuar sus prácticas totalitarias bajo el disfraz de la democracia. Es imperdonable que el gobierno de Colombia haya acudido a esa cita perversa, traicionando los principios democráticos que juró defender, y sin considerar la represión al pueblo cubano ni la responsabilidad del castrismo en 50 años de terrorismo en Colombia.

La maniobra de la alianza de izquierda que avanza en el subcontinente no pudo salir mejor. La presencia de 33 dirigentes pone a Cuba en el foco internacional y oxigena su economía, que apenas respira con el petróleo chavista. No importan los miles de disidentes desaparecidos, presos o torturados en la isla de los Castro; tampoco la lucha de la oposición cubana por las libertades conculcadas desde hace 55 años, pues el silencio de los asistentes a la Celac exculpó los excesos de la dictadura y convirtió a la disidencia del castrismo en un grito dramático pero estéril como nunca.

Venezuela avanza en la misma dirección. Destruye la iniciativa privada, amordaza a los medios, encarcela a sus opositores con procesos sumarios ordenados por el gobierno, y arrebata la curul de María Corina Machado, por denunciar en la OEA las atrocidades del régimen. La lavada de manos ante el mundo corre otra vez por una organización multilateral de bolsillo, Unasur, cuyos cancilleres van solícitos a legitimar en Caracas los hechos que avergüenzan a la conciencia continental.

En ese grupo estaba nuestra Canciller. De la mano de este gobierno terminamos en estos organismos que se pregonan antiimperialistas y que buscan suplantar instancias como la OEA y la ONU, que surgieron de una conquista universal para reconocer la libertad y los derechos humanos; una institucionalidad que la Celac pretende reemplazar, como un paso previo para inhabilitar la Carta Democrática y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos –su Corte y Comisión– sacadas a empellones de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, ante la mirada impávida de nuestro gobierno.

¿Cómo pregonar adentro la democracia, el respeto a la Ley y al Estado de Derecho; y participar afuera en instituciones que agrupan a países que desprecian estos principios? ¿Cómo tener de garantes de las mal llamadas negociaciones de paz con un grupo narcoterrorista, al país que nos exportó el terrorismo, y a otro que hoy está incendiado por la violencia de sus propios gobernantes? ¿Cuánto valen los intereses reeleccionistas y los apoyos al mal ponderado, pero muy aplaudido proceso de paz?

Con el patrocinio de estos adalides de la persecución a la libertad y los derechos, hoy negociamos con quienes quieren replicar en nuestro país el modelo de sus mentores, comenzando por la impunidad frente a sus atropellos. Por eso la unión de esfuerzos para restar poder a la Comisión, la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, y desmontar su accionar sobre esas dictaduras y sobre los desafueros que ya se advierten en la negociación con las Farc.

A fin de cuentas, esas instancias se han convertido en el palo en la rueda a sus pretensiones. Una conciencia internacional que los 33 dirigentes se negaron a escuchar, legitimando a la Celac y consolidando una cadena de pagos de favores y salvavidas, deshonrosa al sentir de los pueblos demócratas que en la región exigen decencia y dignidad a sus mandatarios.

*Presidente Ejecutivo de Fedegán.

viernes, 21 de marzo de 2014

LAS VÍCTIMAS DE PARÍS

José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
No ha ocurrido ninguna tragedia en la hermosa capital francesa, de la que Enrique IV afirmó que “bien vale una misa”. Me refiero es a las declaraciones de “Andrés París”, vocero de las Farc, quien, sin pudor alguno, otra vez le notificó al país que no reconocerán víctimas y que exigen impunidad para más de 50 años de crímenes, incluidos la reciente tortura y asesinato en Tumaco del Mayor Méndez y el patrullero Muñoz.
El gobierno insiste en que no hagamos caso a las declaraciones altisonantes de las Farc por fuera de la mesa, pero es difícil, pues reiteran lo que parecen ser condiciones innegociables. El guerrillero desestima otra vez el Marco Jurídico para la Paz, que a pesar de sus indefiniciones, no solo es una aproximación a un régimen de justicia transicional para evitar la impunidad total, sino que exige “reconocimiento de responsabilidad, contribución a la verdad y a la reparación integral de las víctimas”, algo a lo que la guerrilla no está dispuesta, pues no se reconocen como victimarios.
Lo que para los colombianos han sido abominables atentados terroristas, secuestros, asesinatos, despojos, y reclutamiento de menores, para ellos son acciones en medio de una “realidad, aceptada por las partes, de que estamos en medio de un conflicto armado”, y por eso afirman sin empacho ante el mundo  que “El Estado ha seguido preparando operaciones militares, y las Farc no preparan atentados sino que responden militarmente”.
El país perdió la cuenta de las víctimas de esas “respuestas militares” de las Farc. En el colmo de la desfachatez, París califica la colocación de minas antipersona como una práctica militar legítima, que no abandonarán hasta “cuando lleguemos al cese bilateral de fuegos”. Y como la culpa de que sigan asesinando es del Gobierno -“Es el Presidente quien lo ha rechazado”-, entonces se suman a las víctimas y el victimario resulta ser el Estado en cabeza de su Fuerza Pública.
Y claro, como no son victimarios, no aceptarán un régimen transicional que incluya cárcel para sus delitos. Por eso rechazan un Marco Jurídico que no fue hecho con ellos y para ellos. Por eso anuncia París que presentarán una fórmula “…para darle una nueva realidad jurídica al acuerdo”. Y con el cinismo que lo caracteriza, confiesa romper la confidencialidad para anunciar que “…se están consultando mecanismos (…) que tengan en cuenta la experiencia internacional, que no muestra ningún caso en el que una de las partes termina en la cárcel”.
Y no para ahí la arrogancia. En caso de ser obligados a pagar cárcel -lo que dan por descontado-, París reclama que deberían ser tratados con el mismo rasero los generales de los últimos 30 o 50 años. Cuando uno escucha semejante barbaridad, entiende la charada de Andrómeda y la campaña de desprestigio contra nuestra Fuerza Pública.
Las Farc están sentadas de igual a igual con el Gobierno; por eso se sienten tan soldados como nuestros héroes; piden la  renuncia del mindefensa, insisten en el cese bilateral de hostilidades y culpan al Gobierno de sus desmanes. Por eso no aceptan la condición de victimarios, ni reconocerán víctimas, ni aportarán a su reparación. Por eso insisten en no someterse a la justicia,  sino a esa “nueva realidad jurídica” que los aleje de la cárcel. Semejante impunidad sería una afrenta a las víctimas.

El país está cansado de tolerar tanta insolencia de las Farc con la complicidad del candidato presidente. ¿Cuántas víctimas de pueblo se necesitan para acabar semejante sainete, un genocidio quizás?, ¿o seguimos a la espera macabra de un magnicidio que sí haga estallar el proceso? ¿Qué otras amenazas nos tiene reservadas París?, un París cínico que, definitivamente, no vale ni una misa!

viernes, 14 de marzo de 2014

El Gobierno y los gremios agropecuarios



José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
La incómoda situación a que fue sometida la SAC en la Casa de Nariño es solo otra muestra del cariz que han tomado las relaciones entre el Gobierno Nacional y los gremios de la producción agropecuaria, que yo definiría, parafraseando una conocida canción popular, como de “una distancia cada día más grande”. No me detengo en lo anecdótico de los regaños y las disculpas, porque no es lo realmente importante y para no inmiscuirme en el fuero interno de una organización centenaria como la SAC, que me merece el más profundo respeto.
Lo preocupante es el distanciamiento forzado -marginamiento- cuando los gremios no coincidimos con las posiciones gubernamentales en temas tan sensibles como las negociaciones con las Farc. El nuestro empezó cuando advertimos de los peligros que el TLC con la Unión Europea entrañaba para el renglón lechero; continuó cuando, ya firmado el tratado, alertamos sobre la falta de controles al ingreso de los contingentes aprobados; y se hizo crítico cuando, en una decisión autónoma, pública, argumentada y respetuosa, Fedegán decidió no participar en el Foro Agrario para aportar a las negociaciones de La Habana, en el primer punto sobre tierras y desarrollo rural.
Esa posición vertical nos ha valido calificativos de toda índole por parte de funcionarios públicos, pero eso no importa. Lo que verdaderamente preocupa  es la actitud retaliatoria que hemos sentido en la que, hasta entonces, había sido una relación fluida y productiva en proyectos conjuntos en beneficio de la ganadería. En sus declaraciones iniciales, el presidente de la SAC pretendía solamente hacer uso del legítimo derecho de todo líder gremial a reclamar por lo que considera incumplimientos del Gobierno, y a tener dudas y poder expresarlas libremente ante el gobernante. Cuando estas opciones se cierran, cuando no se pueden tener dudas y no hay posibilidad para el disenso, ya sea sobre las negociaciones de La Habana o sobre cualquier política pública, entonces la democracia liberal de la que nos preciamos empieza a tomar caminos inesperados pero ya conocidos en el vecindario. Y eso es muy preocupante.
Es preocupante que se insista en que no se negoció el modelo de desarrollo económico, sino apenas el modelo de desarrollo rural, porque si el Gobierno no considera a la economía rural como parte integral de la economía nacional, entonces sí…, “apague y vámonos”. Lo preocupante es la ausencia de los productores rurales en la mesa donde el Gobierno negoció con las Farc las reglas de juego que los han de regir; como es preocupante el desconocimiento de lo negociado, más allá de las generalidades del “Primer Informe Conjunto”, en el cual ya se adivina la orientación de las "salvedades pendientes" sobre la tenencia de la tierra, la reforma agraria expropiatoria y la producción empresarial de gran escala, fundamental en un entorno de globalización.
Lo preocupante es la inseguridad jurídica que se deriva de esas salvedades, y de la indefinición sobre los baldíos de la Nación y el desarrollo de la Orinoquía. Cuando hay inseguridad jurídica -como cuando la hay física-, la inversión se ahuyenta, el desarrollo se detiene y se aumenta la pobreza con todas sus consecuencias.
Lo preocupante es un Pacto Nacional Agrario donde no estemos todos; un Pacto con “las dignidades” pero sin los gremios, no solo porque hemos sido interlocutores legítimos, sino porque la lección social, el mensaje, no es otro que la eficacia del paro y la movilización como expedientes para ser escuchados. Lo preocupante es una Misión Rural sin los empresarios agropecuarios, y que detrás de esa Misión Rural y del Pacto Agrario inclusive, persisten, como telón del fondo, los compromisos del Gobierno con las Farc en La Habana.  Eso es lo preocupante.

viernes, 7 de marzo de 2014

Las primarias parlamentarias



Por: José Félix Lafaurie Rivera*

@jflafaurie

Los resultados electorales de este 9 de marzo darán sorpresas. El desaliento con que la opinión se aproximó al debate, fue una señal de agotamiento ante el Gobierno y sus congresistas de la Mesa de Unidad Nacional, que vendieron unas expectativas falsas y un país que el ciudadano del común no compró. La fractura entre realidad y demagogia política pasó su cuenta de cobro. Las últimas encuestas muestran lo que la propaganda gubernamental intenta ocultar. El 82% de los colombianos desaprueba la gestión de Santos frente a la inseguridad, el 78% considera que empeoró la corrupción y un 71% rechaza el costo de vida. Estas percepciones sumadas al errático proceso de diálogos con los narcoterrorista de las Farc, hunden al Gobierno y a los congresistas que aspiran reelegirse. 


Entre tanto el Uribismo puntea en las encuestas y se perfila como una alternativa real para el voto de castigo, a la mala gestión de la Unidad Nacional. Una lectura que matemáticamente podría dejarle 30 curules en el Senado al Centro Democrático. Un justo contrapeso para corregir el unanimismo, que nos llevó a procesos políticos indeseables y mantuvo en el congelador urgentes reformas socio-económicas. Se materializan así, los fantasmas más temidos por el presidente-candidato y la sobredimensionada campaña reeleccionista. Estas de marzo, serán más que unas elecciones de Congreso, serán unas primarias.


Con 30 senadores elegidos por Centro Democrático se desplomará la candidatura de Santos. Ahora no tiene tan despejado el camino a la Casa de Nariño en la primera vuelta y menos en la segunda. Considerando, además, que un 64% de los colombianos no está de acuerdo con su reelección. Representa una coalición que se atraganta con la “mermelada clientelar” de $2,7 billones y luce desaliñada por la ausencia de propuestas para resolver el desencanto que embarga a los colombianos. Factores que están en el cálculo ciudadano para elegir sus preferencias este 9 de marzo. Y es que las expectativas de los colombianos han virado en poco tiempo, sin duda, a favor del “Fenómeno Uribista”.


Las listas del Centro Democrático marcan la diferencia. Gente joven, estudiada y sin tacha que traerá un nuevo liderazgo y una agenda fresca al Legislativo. Hombres y mujeres que reúnen la experiencia y las ganas de hacer política, con manos limpias y conocimiento. De esta “Generación del 14”, como se ha denominado, hacen parte figuras como: Rosario Guerra, Iván Duque, Ana Mercedes Gómez, Alfredo Ramos, Paloma Valencia, Fernando Nicolás Araújo, Honorio Henríquez, Paola y Carolina Holguín, Tania Vega de Plazas, Carlos Felipe Mejía, María Fernanda Cabal, Faruk Urrutia, Daniel Cabrales, Santiago Valencia y muchos más. Personas meritorias y capaces de renovar y regenerar el ejercicio de la política.


Una bancada de esta calidad y bajo el liderazgo de Uribe, rescatará al Congreso del clientelismo, le regresará su prestigio y permitirá un sano equilibrio entre los poderes públicos. Pero, además, será la oportunidad para adoptar mecanismos efectivos de combate a la corrupción que está minando los recursos para el desarrollo, restablecer la política exterior contaminada por el Castro-Chavismo con su auspicio a los diálogos con las Farc y hasta poner fin a esas negociaciones que mantienen preso al Ejecutivo y descontento al 60% de los colombianos, que no le ve futuro a la mal llamada salida política, que no es otra cosa que una puerta a la impunidad.


El Uribismo o el Centro Democrático, darán la gran estocada en la jornada de este 9M y será la antesala premonitoria de las presidenciales. Eso, en el entendido de que se cumplan las reglas del juego democrático. Una premisa que pasa por asegurar las garantías electorales para todos los aspirantes, la transparencia y legitimidad de los resultados y controlar la amenaza impuesta por las Farc, el ELN y las Bacrim sobre 221 municipios. ¡Sorpresas da la democracia! Y tengo la sensación que la de este 9 de marzo, será una manifestación anti-reeleccionista, anti-impunidad y anti-terrorista.



Presidente Ejecutivo de Fedegán.