Nuevamente el sector agropecuario fue el lunar negro en el crecimiento de la economía. Mientras el total nacional llegó a 4,3%, el sector agropecuario no registró crecimiento en 2010. En los años anteriores la situación es peor. Es evidente que tenemos un problema estructural en la dinámica de crecimiento de los subsectores productivos agropecuarios.
En efecto, en el último quinquenio, mientras la economía en su conjunto muestra gran dinamismo, el del sector agropecuario es muy bajo e, incluso, llega a ser negativo. En 2006 por ejemplo, la economía creció 6.7% y el sector agropecuario 2.4%; en 2007, 6.9% y 3.9%; en 2008, 3.5% y -0.4%; en 2009, 1.5% y 1.1%, respectivamente. Entre 2000 y 2010, el PIB de toda la economía aumentó, a precios constantes de 2005, 41 puntos porcentuales, mientras que el sector agropecuario sólo lo hizo en la mitad, 20 puntos.
¿Cuáles son los impactos de este problema estructural cuando el 45% de los colombianos viven en la pobreza y el 16.4% en la indigencia? Es indudable que estos segmentos de la población lo que requieren son bienes agroalimentarios y que, por la magnitud de esa marginalidad, hay una demanda interna insatisfecha pero con baja capacidad adquisitiva. Por otro lado, vemos unos mercados internacionales ampliamente distorsionados, a los cuales Colombia quiere acceder a través de los Tratados de Libre Comercio negociados pero con países que protegen sus economías agropecuarias. Son acuerdos y economías que no le permiten a Colombia dinamizar su sector agropecuario y menos superar los problemas estructurales.
El sector rural además de tener los mayores indicadores de pobreza e indigencia, también registra la mayor tasa de marginalidad. El analfabetismo es mayor, así como las necesidades básicas insatisfechas, con ausencia grave de servicios de salud y protección social, y, por supuesto, de otros servicios esenciales.
Es un problema de infraestructura que el sector no cuente con vías para sacar los productos; la red terciaria se acabó, para no hablar de la baja Formación de Capital que recibe el sector agropecuario y que en el último quinquenio no supera en promedio el 2.5% mientras que el del sector industrial es de 28%. Venimos de un periodo largo de violencia y el posconflicto aún está lejos, lo que significa que el sector rural es el que mayor impacto tiene en materia de crecimiento económico.
Los de siempre insisten en que es el proteccionismo hacia el sector agropecuario el que no le permite ser eficiente y competitivo. No reconocen los avances en productividad. Colombia produjo, en 2009, 24.1 millones de toneladas de alimentos en 3.28 millones de hectáreas. Eso es 2.2 millones de toneladas más que las del año 2000 en 3.13 millones de hectáreas.
Brasil es un buen ejemplo para estudiar y saber cómo logró superar las fallas estructurales y cómo piensa consolidarse, en el corto plazo, en una de las primeras potencias mundiales en producción agroalimentaria.
En dicho país, el decidido impulso a la Formación de Capital en el campo, el abundante flujo de financiamiento, una política gubernamental enfocada a apoyar a las empresas en la apertura y conquista de mercados en el exterior (Apex-Brasil), el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural, y, por supuesto, la investigación y la aplicación de nuevas tecnologías, han sido sus puntales productivos en las tres últimas décadas que lo han llevado al lugar en que se encuentra en el concierto económico mundial.
Mientras nuestras políticas públicas no estén enfocadas a superar esas fallas estructurales, es muy poco lo que podemos hacer para satisfacer esa demanda interna insatisfecha y para posicionarnos en mejor forma en los mercados internacionales. Hay que incluir esos ingredientes en la receta estratégica para lograr el desarrollo del sector agropecuario.
*Presidente ejecutivo de FEDEGÁN.
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