Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie
No es casualidad que el Catatumbo convulsione justo ahora, que las Farc
creen haber coronado en La Habana su reforma agraria expropiatoria. Como
tampoco es gratuito, que sus ideólogos hayan infiltrado la movilización, para
instigar la violencia. Los bloqueos y transgresiones a los derechos humanos,
son parte de la maniobra guerrillera para medirle el aceite al Gobierno, con un
abrebocas de lo que serán las nuevas y peligrosas Zonas de Reserva Campesina.
Van por el control de otro corredor estratégico, uno de los más codiciados por
el narco-terrorismo. Una extensa zona de frontera que opera como puerta
giratoria para criminales, enclave de cultivos ilícitos, minería ilegal y
contrabando, en donde planean afincar su “autonomía armada”, acosta de la
indefensa población.
El Gobierno –que no se ha percatado del gravísimo efecto “Catatumbo”–
apaña con agua tibia el primer envión de la guerrilla, para trocear 9 millones
de hectáreas en 30 o 40 nuevas Zonas de Reserva Campesina. Proyectos bien ubicados
que tomarán
el mismo rumbo de los otros 6 constituidos. A fin de cuentas la colonización de
estas áreas, que el Estado abandonó a su suerte, ha sido pan comido para
delincuentes de todos los pelambres. La inequidad, falta de oportunidades,
carencia de bienes públicos e institucionalidad, dejaron a la población
expuesta al narco-terrorismo. Es el drama del Catatumbo, pero también
del Sumapaz, el Valle del Río Cimitarra, el Bajo Cuandí, el
Pato-Balsillas, el sur de Bolívar o el Guaviare, donde operan las actuales ZRC.
Pero la pobreza de las gentes del
Catatumbo o cualquiera de estas zonas, contrasta con sus riquezas que
atraen a la criminalidad como la miel a las moscas. La extracción ilegal de
recursos maderables, carbón, oro o coltán, está desplazando a la coca y el
secuestro como fuente de financiación de guerrillas y Bacrim.
Los corredores selváticos que las surcan, no sólo ocultan indignantes
encierros para secuestrados, laboratorios y narcocultivos, sino la
trayectoria de usurpación de tierras a campesinos. Como paso obligado de
poliductos y gasoductos, son base para la extorsión a multinacionales y, por
supuesto, son hábitat de cabecillas de las Farc y sus bases sociales,
constreñidas a punta de terror.
Eso es lo que esconde la incendiaria revuelta
de las Farc en Catatumbo. Sus gentes de bien hoy enfrentan la
profundización de su crisis
socio-económica y humanitaria, con impredecibles consecuencias, luego
de un mes de hostigamientos de la guerrilla. Una verdad de a puño que, pese a
la represión armada, ha logrado tener eco y confirma las denuncias del Ministro
de Defensa, que deslegitiman la protesta y la negociación,
sembradas nuevamente sobre sangre de inocentes. Si inteligencia
desenmascaró los cerebros detrás del Catatumbo ¿por qué el Gobierno no
actúa en consonancia? ¿Cuál es la razón para volver a ceder a presiones de la
guerrilla?
Sabe el Gobierno que el camino es aplicar la política de consolidación
del Estado Social de Derecho en Catatumbo, con efecto de choque. Es
decir, llevar a sus gentes lo que nunca han tenido: desarrollo y
autoridades de seguridad y justicia, Gobierno e instituciones
presentes y actuantes. Prioridades muy distintas a las pretensiones de las
Farc, de instituir un “protectorado” fariano en la frontera para salvaguardar, ahora
y en un eventual posconflicto, su accionar delictivo. No de otra
forma se explica la soberbia de los “líderes” de estos desórdenes, al
subestimar las inversiones por $2 billones, que podrían propiciarse en la zona.
Ya lo había advertido. Hoy es el
Catatumbo. Mañana serán la región del Lozada- Guayabero, las cuencas de los
ríos Güejar y Cafre en San Juan de Sumapaz, los Montes de María, el Cesar,
Arauca y la zona del Ariari. Áreas en donde históricamente han hecho presencia
las Farc y que ya reclamaron como suyas. Tremendo caldo de cultivo para
encender más la hoguera del conflicto en la ruralidad. Ahí está: tanto va el
agua al cántaro, hasta que por fin se rompe.
*Presidente Ejecutivo de Fedegán.
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