@jflafaurie
Barranquilla fue escenario esta semana del
Seminario Internacional del Sector Cárnico Bovino. Un enriquecedor debate que
congregó a representantes del gobierno, gremios, productores, industriales y
expertos internacionales, para refrendar los temores que de tiempo atrás hemos
advertido frente a la profundización de los TLC. Las conclusiones fueron
reveladoras y, lo más importante, abrazaron un ánimo propositivo y de trabajo
conjunto, para desatar los nudos gordianos que limitan la competitividad de la
cadena cárnica y la admisibilidad de nuestros productos en los mercados
internacionales.
El evento, contó con la presencia de
autoridades y protagonistas muy significativos en el sector cárnico procedentes
de Brasil, Uruguay, Argentina, Reino Unido y Estados Unidos. Sus advertencias
fueron en dos frentes: oportunidades y limitaciones. De un
lado, alertaron sobre la disminución en la producción mundial de carne y, a su
vez, el aumento en la demanda. Entre 2010 y 2020 podrían necesitarse 40 millones
de toneladas adicionales, donde la bovina pasara de tranzar en el Mercado
internacional 7,2 a 14,6 millones de toneladas. Un panorama
que según Richard Brouwn, abre espacio para oferentes que, como Colombia,
disponen de tierra, sol, agua y vocación ganadera.
Las malas noticias se centran en los requisitos
para la comercialización de carne, cifradas en una legislación trasnacional
exigente en el área fitosanitaria. Su alarma es clara: sin un sistema de
control y vigilancia en materia de inocuidad alimentaria, sin trazabilidad
animal y una mejora sustancial en la competitividad productiva del sector,
Colombia nunca accederá a los mercados de Estados Unidos, la Unión Europea o
Asia-Pacífico.
En otras palabras, todo aquel que quiera vender
en esos mercados, tendrá que andar al mismo ritmo de otros jugadores de Talla
mundial. No hay protocolos express para países amigos.
Si bien hemos avanzado, gracias a que hoy somos
libres de aftosa con vacunación, las palabras de los expertos volvieron a poner
sobre el tapete, la urgencia de acelerar los tiempos de la denominada agenda
interna. Sin duda los Conpes Sanitarios de 2005 son la hoja de ruta de esa
agenda de accesibilidad sanitaria y de inocuidad. Pero pasar de la formulación
a la ejecución, ha resultado difícil.
Desde antes de negociara el TLC con USA, es
decir hace más de diez años, conocíamos las amenazas y las debilidades. Pero no
hemos hecho la tarea completa. Lo que nos convierte en carne de cañón, frente a
los contingentes y desmontes arancelarios previstos en los TLC y, más aún, de
cara a las restricciones sanitarias que hoy pesan sobre el sector. Al margen de
lo que se pactó y en donde no fueron pocas nuestras voces de protesta, creemos
que muchos propósitos siguen engavetados. Así ocurre con el Conpes para la
reconversión de la Cadena Láctea y los Conpes sanitarios 3375 y 3376 de 2005.
Su máximo desarrollo fue la expedición del Decreto 1500, cuyas prórrogas
mantienen un sistema de sacrificio atrasado, financieramente irracional y que
parece conminarnos al “doble estándar” que rechaza el comercio mundial. Lo que
representa un enorme costo de oportunidad frente al TLC con Canadá o Estados
Unidos.
Pero la invitación no fue sólo para el
gobierno. El llamado para los productores, fue a escalar sistemas eficientes de
producción, explorar tecnologías y aumentar la productividad por hectárea,
incluyendo capacitación, formalización y manejo sostenible de la tierra y el
agua, para evitar la dramática experiencia Mexicana que, de más de 280 mil
ganaderos, hoy como resultado de su TLC con USA, apenas suman 32 mil
productores.
Grosso modo, se trata de articular y ejecutar
un plan de acción entre gobierno, gremio y productores, para gestionar una
política exportadora identificada con el Programa de Transformación Productiva,
del que hace parte la ganadería colombiana.
*Presidente
Ejecutivo de FEDEGÁN.