viernes, 29 de junio de 2012

¿Se agotó el “timing” político?

Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie

Los efectos del fracaso de la Reforma a la Justica, irán mucho más allá de frenar la modernización de la Rama. Se percibe desánimo en las bancadas de la“unidad nacional”, en buena parte porque el Ejecutivo descargó toda la responsabilidad en el Congreso, a pesar de que se trataba de uno de sus proyectos insignes. Es un mal presagio para las relaciones entre la Casa de Nariño y el Congreso y para la agenda legislativa que se radicará este 20 de julio. Pésima noticia en momentos en que necesitamos blindar la economía y acometer tareas urgentes para ampliar el margen de maniobra del manejo fiscal y monetario del país.

Al menos 2 reformas tendrán que cursar en el descompuesto ambiente: la tributaria y la pensional. Aunque en las prioridades del gobierno está primero la Reforma Tributaria, es evidente que puede darle un compás de espera, considerando el crecimiento del PIB y el comportamiento del recaudo tributario, que en 2011 llegó al récord de $86,6 billones –14% del PIB– el más alto desde 1970. En cambio, la Reforma Pensional es perentoria e inaplazable, a pesar de las medidas impopulares que se requieren.

Para tener una idea del panorama, baste con decir que el pago de las mesadas con cargo al Presupuesto Nacional, ascendió al 3,3% del PIB en 2011 y podría alcanzar el 3,4% en 2012 y el 4% entre 2013 y 2016. No obstante, el cálculo actuarial del total de la deuda pensional es de $450 billones, 76% del PIB entre 2011-2021. Con un agravante: algunas interpretaciones judiciales están dando al traste con los ahorros del sistema y abriendo boquetes que podrían generar sobrecostos fiscales estimados entre 23% y 30% del PIB.

El país necesita frenar este desangre. Entre otras razones, porque el PIB evidencia una leve desaceleración. Un fenómeno que podría profundizarse, dependiendo del impacto de la crisis europea sobre Estados Unidos y China y, por contagio, sobre nuestras variables macroeconómicas. El Banco Mundial ya hizo sus estimaciones a la baja para el PIB de esta vigencia y desde distintas instancias se cuestionan los presupuestos del Marco Fiscal de Mediano Plazo, con caídas del 30% en las cotizaciones del petróleo –locomotora de mayor dinámica– y las secuelas de la revaluación.

Más aún, el gobierno generó otros frentes de gasto público con algunas de las 76 leyes aprobadas en 2011. Sólo el efecto neto de caja de 20 de ellas –como la Ley de víctimas, el nuevo POS, las reformas al Código Penal, de Procedimiento Penal y de Infancia y Adolescencia– asciende a $4 billones estimado para 2011. Sin mencionar las deudas no explícitas y los pasivos contingentes, que ascienden a 146% del PIB para 2012. Entre ellas 201 demandas por la ola invernal con pretensiones por $4,3 billones.

Estamos obligados a indagar en instrumentos que permitan, realmente, blindar la economía y mantener el crecimiento. Los nuevos frentes del gasto público y especialmente el pasivo pensional, restringen el espacio fiscal y las posibilidades para reorientar el gasto hacia sectores que impacten de manera efectiva la generación de empleo, productividad y competitividad del aparato productivo. Factores vitales para encarar los TLC y el impulso de las importaciones en contravía de la producción nacional.

Me pregunto si el gobierno puede aplazar, indefinidamente, decisiones como la Reforma Pensional, cuando se cocina un escenario poco favorable en el frente externo y en el interno, crecen las presiones fiscales. Necesitamos carreteras, puertos, distritos de riego, sanidad e inocuidad, adecuaciones tecnológicas y ambientales. Aunque el timing político no corre ahora a favor del gobierno y que estamos ad portas de un año preelectoral, es perentorio ajustar las finanzas públicas, generar ahorro y emprender las reformas económicas que verdaderamente exige el país.

*Presidente Ejecutivo de Fedegán

viernes, 22 de junio de 2012

Por un TLC con UE equitativo

Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie


La próxima semana será trascendental para la política de Comercio Exterior del país. De una parte, el 25 de junio, se darán cita los presidentes de Corea del Sur y Colombia para sellar la negociación del TLC entre las dos naciones, que significa nuestra entrada al Asia Pacífico. Una zona de gran dinamismo, con grandes oportunidades para las exportaciones agrícolas y pecuarias y para atraer inversión y cooperación. Para el sector ganadero el balance también es positivo y demuestra que cuando estos procesos se adelantan de manera transparente y concertada, los resultados son exitosos.


En contraste, al día siguiente –26 de junio en Bruselas – nuestro Ministro de Comercio y el Comisario de Comercio de la Comisión Europea, firmarán el Acuerdo Comercial entre Colombia y la Unión Europea. Un paso que acelera la vigencia de este TLC, el más lesivo para el sector lácteo colombiano, no sólo por la forma como fue negociado, sino por su impacto sobre las 450.000 familias ganaderas que derivan su sustento de la producción láctea.


Y es que desde el apresurado cierre de este tratado, a comienzos de 2010, Fedegán protestó por las condiciones inequitativas que se pactaron, a espaldas al gremio ganadero y del propio Ministerio de Agricultura. El equipo negociador de entonces, cedió a las pretensiones europeas, que tenían como único interés ofensivo, lograr acceso preferencial al mercado colombiano. Se desconocieron los principios de reciprocidad y las asimetrías entre el sector lácteo europeo que recibe subvenciones casi ilimitadas, en contraste con el colombiano que acusa un 46% de informalidad, atomización, baja productividad, elevados costos de producción y baja rentabilidad.


La compensación que se pactó, se obtuvo por la inusual intervención del presidente Uribe, que logró mover al Presidente de la Comisión Europea, Manuel Durao Barroso, a suscribir una declaración conjunta, de mayo de 2010, que incluía recursos por €30 millones para reconvertir nuestro sector. Hoy sólo están disponibles €8,6 millones, sin que a la fecha se haya invertido un peso. Pero además, se adoptaba el compromiso de monitorear el impacto del acuerdo y se otorgaban facultades al Comité de Comercio, para realizar ajustes a partir del tercer año de su vigencia. No obstante, esa Declaración que era pieza clave del paquete de “compensación”, inexplicablemente se omitió del texto final del Acuerdo que se firmará este martes.


Un escenario que conjuga una caída en los precios internacionales, incremento de las importaciones lácteas derivadas de otros acuerdos vigentes –Mercosur y Chile– y la puesta en marcha del TLC con USA –que empieza a hacer mella en el balance comercial deficitario del sector– es el más inconveniente para dar luz verde a la activación de la Clausula de Aplicación Provisional del Acuerdo con Europa. En términos sencillos, significa que en menos de 3 meses este tratado entraría en vigencia, pasando por alto el tránsito que deben surtir en el Congreso de la República y la Corte Constitucional.

No olvidamos, además, que el gobierno anterior trazó la política de competitividad del sector –Conpes 3675– pero sólo se le otorgaron recursos por $21.000 millones en esta administración. Aunque es una cifra insuficiente para los retos por superar, es buen inicio para las urgentes gestiones. Sin embargo, si el TLC con Europa se activara en 3 meses, no habría ninguna forma de mitigar su impacto negativo.

Las graves implicaciones de una decisión de esa naturaleza, merecen un debate franco en el escenario natural que es el Congreso de la República. Instancia ante la cual Fedegán advirtió su propósito de mantener su férrea oposición, de persistir las asimetrías para nuestro sector lácteo. Es nuestro derecho legítimo, para que la opinión y el Congreso de la República conozcan a profundidad la grave amenaza que se avecina para el sector lácteo colombiano.

*Presidente Ejecutivo de Fedegán.

viernes, 15 de junio de 2012

Unas de cal y otras de arena

Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie

Los resultados de la visita a Emiratos Árabes, Argelia e Israel son inmejorables. La disposición de estas economías de abrir sus mercados a los productos cárnicos colombianos, nos permitirá profundizar el intercambio con Medio Oriente y abrir nuestras posibilidades en el norte de África. Una carambola que esperamos sea a tres bandas, con el trámite legislativo del TLC con Corea del Sur, que inaugura nuestra entrada al Asia. Sin duda, la exitosa gira internacional y las favorables negociaciones con los asiáticos, son reveladoras de las transformaciones en el comercio mundial de ganado en la última década y augurio de mejores tiempos para la carne bovina, en términos de demanda y precio. Panorama que no podemos extrapolar al subsector lácteo, en donde las condiciones son inciertas.

Con Medio Oriente lo hemos hecho bien, considerando que apenas llegamos el año pasado. Nuestras ventas de cárnicos a Líbano, Egipto y Turquía alcanzaron los US$50 millones en 2011 y en los  primeros 4 meses de este año ya suman US$24 millones. Con un atenuante, adicionamos a Jordania en la lista de nuestros compradores. Al término del segundo semestre de este año esperamos coronar con Emiratos Árabes e Israel, cuyas compras ascienden a más de 170.000 toneladas de carne al año –el equivalente a un poco más de 1 millón de cabezas–. Con Argelia –puerta al África, en donde se producirá el mayor crecimiento humano en el futuro inmediato y, por ende, una mayor presión sobre la demanda alimentaria– todo está por hacer. Allí se prevé un fuerte incremento en el consumo per cápita –que actualmente es de 10 kg– por mejoras en el ingreso.

A pesar de todo nos damos por bien servidos, con las cifras globales de Comercio Exterior de ganado en pie y productos cárnicos, que llegaron a US$74.9 millones hasta abril de este año. Es decir, 15% más de lo que se exportó durante todo el 2011, mientras que las importaciones apenas fueron de US$1.1 millones. Otro es el escenario lácteo, en donde se avizora una tendencia claramente desventajosa, con una balanza comercial deficitaria de más de US$40 millones, donde ya se advierten los impactos iniciales de importaciones vía TLC.

Sin duda, estos movimientos son reflejo de las incesantes reconfiguraciones en los mercados internacionales, producto de una mayor demanda de carne de bovino en las economías en desarrollo y una oferta en retroceso en los países de altos ingresos. Un panorama que ha terminado por convertir a las economías emergentes en los nuevos oferentes de cárnicos, con precios al alza desde julio de 2011. En contra partida, la demanda internacional de lácteos no podrá absorber los crecientes excedentes para la exportación, ni detener la caída de los precios que ya están un 30% por debajo de los picos de 2011. Preocupante, en momentos en que el país abrió su economía a USA y próximamente a la UE, los dos principales exportadores de lácteos.

En una coyuntura tan sensible, sabemos que nuestra opción no es cruzarnos de brazos a la espera de que los países de altos ingresos, con los que suscribimos TLC´s, finalmente abran sus puertas a nuestros productos. Desde Fedegán le apostamos a un trabajo de inteligencia de mercados, que ha dado resultados importantes, al decir de las cifras de Comercio Exterior. Pero, necesitamos que se habiliten las condiciones de legalidad y formalización en el mercado interno y hacer los esfuerzos para replantear la actividad ganadera, en función de las claras señales del mercado. Más aún cuando el mundo ha vuelto sus ojos a la economías en desarrollo y se abre un panorama inédito en oportunidades, pero también de retos para insertarnos en el muy competido mundo globalizado.

*Presidente Ejecutivo de Fedegán.

viernes, 8 de junio de 2012

Un acuerdo sobre “lo fundamental”


Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie


Es loable la iniciativa que llevará Colombia a la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro, para comprometer a la humanidad con 5 nuevos “Objetivos de Desarrollo Sostenible”. No obstante, propongo que el filantrópico compromiso empiece por casa. Propongo que, ante el rezago del “país rural” frente a los 8 “Objetivos del Milenio” –que ratificamos hace 12 años para erradicar el hambre– hagamos un nuevo Pacto Social, para diseñar un Modelo de Desarrollo Rural Integral. Propongo un acuerdo sobre las condiciones justas que esta sociedad debería financiar, en forma unánime, para sacar al campo de su postración. Premisa básica para eliminar la pobreza, alcanzar el “bien-estar”, la paz y el desarrollo sustentable para todos.

Este acuerdo sobre “lo fundamental” –en términos de Álvaro Gómez– debe partir, por un lado, de repensar “lo rural” acorde con las transformaciones locales y globales que están afectando su estructura social, económica, territorial y productiva. Y, por otro, de reformular las políticas agropecuarias, que nunca resolvieron las distorsiones relacionadas con mercados imperfectos y posturas ideológicas anti-rurales. El trasfondo de estos procesos debe ser eminentemente técnico, humano y ambiental, para devolver la lozanía al campo y llevarlo al liderazgo en el mercado interno e internacional.

Esta mirada sobre “lo rural”, debe sincerar el debate sobre la urgencia de mantener la intervención estatal, para remontar en los vacíos que sigue padeciendo la periferia. Y, de paso, cuestionar la totalidad del modelo de desarrollo capitalista, que profundizó las inequidades entre nuestros ciudadanos –rurales y urbanos– y entre éstos y los del resto del mundo, en virtud de aperturas“librecambistas” y neoliberales a ultranza. Pero este diagnóstico estaría incompleto si no exploráramos en la responsabilidad de esta sociedad con la deuda rural, acumulada en siglos de discriminación y abandono estatal.

Quizá entonces podamos abordar el verdadero Modelo de Desarrollo Rural Integral, para emprender tareas pendientes y cambiar radicalmente las condiciones de vida de sus habitantes. Propósitos que pasan por proveer bienes públicos como educación, salud, agua potable, alcantarillado, vivienda y electricidad, hasta los más sensibles como seguridad, justicia e infraestructura productiva, con los mismos estándares de calidad y cobertura dispuestos para el área urbana.

No obstante, con estas acciones sólo entregaríamos al campo lo que por derecho le corresponde. Un paso adelante debería sacarlo del aislamiento y el atraso, a partir de 2 reconocimientos esenciales: que el sector agropecuario es la médula de la vida socio-económica en la ruralidad y que también es protagonista del crecimiento sostenible y sustentable del país. Razones para equiparlo, en igualdad de condiciones, con los demás renglones productivos.

Hablo de superar brechas tecnológicas y de formación del capital humano, de un entorno macroeconómico sano, de predictibilidad en precios e ingresos agropecuarios, de acceso a crédito, legalidad en el transporte y comercialización de los bienes, de adaptación oportuna al cambio climático y de aprovechar la multifuncionalidad sectorial en seguridad alimentaria, energética y ambiental. Todo ello como parte de una estrategia articulada intra e intersectorial, entre lo urbano y lo rural y entre lo doméstico y lo internacional. Ahí reside el éxito de una política que se precie de ser“integral”. Lo demás, es seguir por lo mismo.

No proponemos nada distinto de aplicar en casa y entre los más vulnerables que están en la ruralidad, los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, en comunión con los 5 de “Desarrollo Sostenible” que llevaremos a “Río+20”. Proponemos desmotar el modelo discriminatorio contra el campo y el sector agropecuario y un acuerdo que concite a todos los estamentos de esta sociedad, para hacer posible la paz y el progreso de Colombia. Un campo en guerra y sin oportunidades, nunca será la antesala de un desarrollo económico y social sostenible.


*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.

viernes, 1 de junio de 2012

Al oído de McMaster

Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie

La pobreza nunca ha dejado de ser una realidad dolorosa en el campo colombiano. Por décadas creció a niveles vergonzosos y su descenso reciente ha sido tan lento que, difícilmente, puede hablarse de algún grado de transformación en las condiciones de vida de sus habitantes. La última medición del Dane, lejos de arrojar un parte de tranquilidad, corrobora su persistencia y constituye una alerta sobre el futuro. Hoy, 64% de la población ocupada en el campo –en su mayoría pobre– depende de actividades agropecuarias, muchas de las cuales se irán a pique con los TLC. ¿Cómo vamos entonces a atajar la profundización de las desigualdades y las brechas campo-ciudad?

La competencia con importados subsidiados será difícil y una mayor desaceleración del sector agropecuario –con destrucción de empleo y merma del ingreso rural, que podría ser del 70%– nos regresa a principios de siglo, cuando 72% de los campesinos era pobre. De ahí sólo hay un paso para agudizar la violencia e incrementar cordones de miseria en las ciudades. Sin duda, 46% de los ganaderos –230 mil familias o 966 mil personas con menos de 10 reses– está en riesgo frente al TLC con USA y UE. Por supuesto, no seremos los únicos damnificados.

La experiencia de México con el Nafta debe servir. Allí, 150 mil de 180 mil ganaderos fueron expulsados del sector por la dura competencia y la pobreza pasó del 66% en 1992 a 81% en 1996, a sólo 4 años del inicio del TLC. Aunque 16 años después la situación no cambia sustancialmente, pues en 2010 el 61% de su población es pobre. ¿Podemos evitar que nos ocurra lo mismo? Es hora de una profunda reflexión sobre nuestra ruralidad.

Entre 2002 y 2011 la pobreza rural apenas disminuyó anualmente 3 puntos porcentuales y mientras en las ciudades hoy llega al 30%, en el campo es del 46%. Es decir, 16 puntos por encima de las urbes y 12 puntos más del registro nacional. Además, la pobreza extrema rural es 3 veces más alta (22,1%) que en las cabeceras (7%) y el doble de la nacional (10,6%). Desde el Índice de Pobreza Multidimensional el panorama es más crítico, pues involucra al 53% de la población rural, frente al 22% de la urbana. Así, en una zona que alberga 12 millones de habitantes, 6 millones malviven con menos de $2.900 diarios.

Si los oídos han sido sordos a nuestras reiteradas preocupaciones, frente a lo que consideramos una apertura a ultranza, hoy guardamos esperanza que el “superministro” del Departamento Administrativo de Prosperidad Social, vuelva sus ojos a la pobreza rural. Es un mal estructural, que se expresa en déficit de vivienda de 2,2 millones de unidades –50% del total nacional–, un ingreso percápita 65% menor que en las ciudades, 94% de empleo informal, déficit de alcantarillado del 85% y 20% de analfabetismo.

Necesitamos evitar que los pobres sean aún más pobres y que otro batallón se sume a sus filas. Pero, no podemos curar un flagelo endémico con asistencialismo. Urgen políticas de envergadura social, económica  y de desarrollo rural, para atajar las amenazas de mayor inequidad. El esfuerzo pasa por articular la institucionalidad, pública y privada, para diseñar programas e instrumentos para enfrentar el choque externo que se avecina.

En esta cruzada los gremios estamos dispuestos a trabajar con el gobierno, para habilitar acceso a vivienda rural, dotar de vías al campo, ofrecer asistencia técnica, programas asociativos y capacitación, entre otros frentes que pueden mejorar la productividad y el ingreso rural y hacer la diferencia en el incierto panorama que empezamos a sentir con los TLC. El momento es ahora. Fedegán está listo. Esperar es sumar puntos a las trampas de la pobreza.


*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.