@jflafaurie
Nunca como ahora el país necesita acelerar su
competitividad. Buena parte de los tratados comerciales están en ejecución y el
boom minero-energético genera rentas que al monetizar revalúan el peso,
facilitando las importaciones y haciendo más difícil exportar. El sector
productivo, en especial el campo, debe hacer esfuerzos extraordinarios para
mejorar su competitividad o su destino será la quiebra. Y nada mejor que
incorporar tecnologías para evitar el colapso.
El boom minero-energético es parte de la solución. Serán
$360 billones al término de 2020 –$100 por regalías y $260 por impuestos–.
Aunque el ideal sería redistribuir la totalidad de estos recursos para impulsar
la competitividad, por lo pronto, exigimos el cumplimiento de las promesas que
nos vendieron para crear el nuevo Sistema General de Regalías (SGR). Pues, tras
un semestre de su vigencia, aún esperamos que estos dineros –$9.1 billones para
2012– se irriguen a proyectos productivos.
No nos engañemos. Dependemos del auge minero-energético y
del manejo de los dineros provenientes del mismo. No es sólo por el peso de
esta locomotora en el PIB, las exportaciones y la inversión, sino también en
las finanzas del Gobierno Central y los fiscos territoriales y, por ende, en el
desarrollo regional del país. Razón de más para preocuparnos, pues pese a la
abundancia, nos acosan restricciones para su eficaz ejecución.
La más perversa, está asociada con las trabas para acceder a
los multifondos del SGR. Una cosa fue la asignación de los $2.7 billones para
los 3 fondos –de Ciencia Tecnología e Innovación, Desarrollo y Compensación
Regional– y otra el tortuoso proceso para ejecutarlos. Desde las Entidades
Territoriales y desde el propio FEDEGÁN sentimos que, luego de meses de
trabajo, los proyectos que estructuramos con alcaldías y gobernaciones pueden
quedar inactivos en las incipientes OCAD´s o en Planeación Nacional, que tiene
la última palabra.
La viabilidad de un proyecto pasa por el lleno de 22
requisitos, que van más allá de los estudios de mercado o de costeo. El
análisis incluye la medición del impacto territorial, económico, social,
cultural y ambiental, su contribución en la integración municipal, regional,
nacional y fronteriza y hasta en la reforestación y recuperación de
ecosistemas. ¡Hágame el favor! Me pregunto si los gobiernos subnacionales están
listos para responder a estas exigencias? Lo dudo.
Mientras tanto, crece la incertidumbre sobre la duración de
esta bonanza por cuenta de la crisis global, que deprime la demanda y las
cotizaciones del crudo. Y, además, está de por medio la viabilidad fiscal para
monetizar la riqueza minero-energética, pues las regalías quedaron atadas a la
regla fiscal. Con lo cual, más valdría sincerar el discurso, pues mientras que
en unos círculos se mantiene “una postura fiscal para impulsar el desarrollo
económico y social del país”, en otros, se habla de ahorrar y mantener las
regalías en el exterior.
El palo no está para cucharas. Es momento de acelerar la
modernización y competitividad del país, ante una posible destorcida global,
que nos coge en condición menos favorable que en 2008, considerando el frenazo
del PIB nacional. Inversiones a “cuentagotas” o su desviación hacia las
crecientes obligaciones fiscales del gobierno, podrían hacer agua esta
oportunidad histórica, para acometer las inversiones que necesita la economía.
Si no viabilizamos los recursos para el desarrollo regional
y los que soportarán las inversiones en ciencia y tecnología, mucho me temo que
la capacidad de respuesta del aparato productivo, será insuficiente. Más
crítico en el campo, por su baja formación bruta de capital fijo y la poca
tecnología asociada a los sistemas productivos. Advertimos, para que después
los mismos, no vengan con el cuento de que somos ineficientes.
*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN
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