miércoles, 28 de agosto de 2013

Carta al presidente de la República: Fedegán pide al gobierno concertar medidas de choque

PE-184-2013
Bogotá D.C., 27 de agosto de 2013


Doctor
JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN
Presidente de la República
Casa de Nariño
Ciudad


Señor presidente:

A través de un pronunciamiento público de la Cámara Gremial de la Leche, de FEDEGÁN, que reúne a los principales gremios de productores del país, manifestamos nuestra posición de no participar en el paro agrario, respetando, sin embargo, la de quienes decidieran adherirse a la protesta legítima y pacífica que garantiza nuestro ordenamiento democrático, pues tenemos claro que la decisión de no participar nada tiene que ver con el reconocimiento de las causas que justifican el malestar de muchos productores agropecuarios, los de leche entre ellos.

Nuestras razones han sido confirmadas, pues una de ellas, la infiltración terrorista de las Farc pretendiendo deslegitimar la protesta, resulta evidente en algunas regiones y ha sido reconocida por el Gobierno mismo. También sostuvimos que, a pesar de sus razones, los pequeños ganaderos serían los primeros perjudicados, pues derivan de la leche sus únicos ingresos regulares -la quincena lechera- y como “las vacas no paran”, la no recolección por cuenta de los bloqueos ha causado pérdidas inmensas con gran impacto en los sectores más pobres.

Pero los incuestionables motivos de la protesta, señor presidente, no son de ahora. Durante medio siglo, -unos más, unos menos-, todos los gobiernos han hecho algo por el campo, pero ninguno ha tenido la voluntad política para darle un vuelco al modelo de desarrollo y quitarle el sesgo prourbano que lo caracteriza, devolviéndole a la producción rural el lugar que le corresponde como baluarte de la seguridad alimentaria y la generación de riqueza. Este sesgo evidente está detrás del proverbial abandono del campo y de la acentuada pobreza rural con todas sus consecuencias, y por supuesto, de la crisis estructural del sector agropecuario en general y de la producción lechera en particular.

Los TLC, como estrategia para enfrentar el imperativo de la globalización no son, en sí mismos, ni buenos ni malos; por eso nunca los hemos rechazado y los entendemos como oportunidad, siempre y cuando avance la agenda pública interna en la cual se pueda apoyar el esfuerzo privado hacia el logro de la competitividad, para así nivelar las asimetrías con nuestros nuevos socios comerciales. Si ello no sucede, los tratados se convierten en instrumentos de una sola vía, verdaderos embudos para recibir importaciones, sin que  nuestros productos puedan salir hacia esos mercados, y lo que es peor, sin que podamos competir con ellos en nuestro propio mercado, lo cual lleva irremediablemente a la quiebra de renglones enteros de la producción rural.

La producción lechera en riesgo

La leche es uno de estos renglones. No obstante, aunque los TLC no son la causa única, sí acentuaron una crisis que ya era estructural, caracterizada por los siguientes elementos.

-          Mucha leche y poco procesamiento. De 6.400 millones de litros anuales, la industria solo procesa 2.900. El resto se dedica al autoconsumo o se distribuye en la informalidad con bajos precios al ganadero.



-          Muchos ganaderos vendedores -cerca de 450.000- y pocos industriales compradores. Solo cinco (5) industrias procesadoras absorben cerca del  60% del acopio formal.

-          El consumo per cápita (141 litros) está por debajo de la recomendación mundial de la FAO (180 litros) y es asimétrico. Mientras los estratos altos consumen 170 litros, en los bajos el fenómeno es de infraconsumo, con 38 litros por habitante.

-          Falta de articulación de cadena para la transmisión de valor y precio. Hace 20 años el ganadero recibía el 70% del precio del litro al consumidor; hoy ese porcentaje se ha invertido y apenas supera el 30%, mientras los costos de producción se incrementan.

Para superar estos elementos estructurales que se atraviesan a la competitividad del sector, la Agenda Interna debe concentrarse en el diseño y ejecución de política pública en tres aspectos cruciales a saber:

1.       Intervención en la estructura de costos
2.       Condiciones para la reconversión productiva
3.       Acceso a mercados

Los costos
Es un tema que está en la base de la actual protesta popular

-          Mientras el ajuste al precio al productor fue de 1,2%, por debajo inclusive de la inflación, el incremento de costos de producción para el ganadero en 2012 alcanzó el 7,9%, lo que, además, ha sido una tendencia durante la última década, con incremento de costos de producción por encima del de los precios de la economía medidos por el IPC.

-          El precio de la droga veterinaria es el mayor de América. Un medicamento que en Colombia vale US$100, en Brasil cuesta US$45, en Uruguay US$55, en México US$56, en USA US$75, en Argentina US$81 y en Inglaterra US$87.

-          El precio de los fertilizantes está entre 25% y 35% por encima del internacional, y los minoristas, con un 15% más de margen, está cerca de 45% sobre el precio internacional.

-          El combustible en Colombia es de los más caros del mundo. La gasolina en Corea del Sur es más barata, a pesar de ser importada desde nuestro país. Y adicionalmente, el Gobierno avanza en la tendencia a nivelar con el de la gasolina el precio del ACPM, que enciende tractores, motobombas y tanques de frío, e impacta también los costos de transporte. 

-          Para 2011, el sector industrial colombiano tenía los valores más altos de energía en Suramérica, con 15 centavos de dólar  por kwh, seguido por Chile y Uruguay con 10 centavos por kwh. La comparación es más gravosa con nuestros nuevos competidores, pues en Carolina del Norte, por ejemplo, el mismo kwh cuesta apenas 6 centavos de dólar.

-          A pesar de una reconocida tendencia de crecimiento, en Colombia solo el 3,8% del crédito total es orientado al sector agropecuario, y el 67% de los ganaderos no tiene acceso a financiación.


Las condiciones para la reconversión
La reconversión productiva debe ser un esfuerzo del sector privado, pero a partir de unas condiciones para el desarrollo que le corresponde al Estado suministrar. Es muy amplio y conocido el listado de estas carencias en todos los frentes de la oferta de bienes públicos, pero, indudablemente, la de mayor impacto es la red vial terciaria, con más de 130 mil km, de los cuales apenas el 3% está en estado de transitabilidad adecuado para movilizar la producción rural, lo cual tiene un impacto muy alto sobre el costo de transporte de insumos y productos.



Ya en  el ámbito de la producción, aunque ha existido política pública para la reconversión competitiva desde que se empezó a hablar de TLC en Colombia -Conpes 3376 de 2005, sobre política sanitaria y de inocuidad; Decreto 616 de 2006, para formalizar la cadena; Conpes 3675 de 2010, para mejorar la competitividad láctea; Programa de Transformación Productiva-, se trata de iniciativas que, o bien se han derogado o modificado como el Decreto 616, o no se han dotado de los recursos ni la institucionalidad que garanticen el logro de sus objetivos de competitividad, mientras los tiempos corrieron en contra de la producción lechera, que hoy se enfrenta muy expuesta a la suma de todos los TLC.
El acceso a mercados
Es un factor que tiene su foco en los temas sanitarios, de inocuidad y de trazabilidad, sin los cuales no se abrirán las puertas de los mercados internacionales para los productos colombianos, algo que requiere de un decidido fortalecimiento de la institucionalidad y de una activa diplomacia especializada en esos temas. El caso del ICA es emblemático, pues percibimos, más bien, una tendencia en dirección contraria, toda vez que el cuadro amplio de sus nuevas competencias, incluida la trazabilidad, requiere de una mayor fortaleza técnica y profesional, con mucha mayor presencia en las regiones productoras.

En suma, la situación es de una gravedad que no hemos dejado de advertir desde hace años, en los espacios que nos corresponde y con la verticalidad y el respeto que también corresponden. No se trata de una denuncia de ocasión, sino de un estado de alerta con el que hemos recorrido el país  lechero. Lo cierto es que hoy, en Colombia el consumidor paga prácticamente lo mismo por un litro de agua -$2.200-,  que por uno de leche -$2.600-, y de este último valor el ganadero solo recibe menos de la tercera parte, entre 400 y 700 pesos por litro, que no alcanzan a cubrir los costos de producción. Por ello es razonable la inconformidad generalizada de los productores.

Por tal motivo, señor presidente, es importante acelerar el avance de las mesas de trabajo para conciliar el proyecto de ley para la reconversión del sector lácteo que le presentamos hace ya más de tres meses, las cuales requieren de una mayor dinámica en las instancias competentes. Pero no menos importante, frente a la actual coyuntura, es hacer lo necesario para concertar medidas de choque que ataquen los principales factores de competitividad de la producción lechera, con un marcado énfasis en la racionalización de los costos, como primer paso para salir de lo más agudo de la crisis -para sacar la cabeza- y poder evaluar con más sosiego el mediano y largo plazo.

Para ello, señor presidente, se requiere de su liderazgo directo, pues solo así los compromisos del Gobierno se traducirán en avances concretos hacia la búsqueda de soluciones, sin que el productor se sienta impelido a la protesta pública legítima, con los riesgos y las grandes pérdidas que ella entraña. De nuestra parte, reciba la mejor disposición para el diálogo y la concertación, para lo cual recojo su ofrecimiento de concederme una cita, cuando usted a bien tenga, para tratar los grandes temas que afectan a la ganadería colombiana.

Quedo en espera de su confirmación, al tiempo que le reitero nuestra posición de apego a la ley y respeto por el orden y la seguridad, que ha caracterizado al gremio ganadero colombiano.





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