¿Qué
pasa en Arauca? ¿Por qué está siendo sometido nuevamente al terror? ¿Cómo puede
ser que ‘la orden’ panfletaria de unos bandidos haya detenido la actividad en
más de 23.000 kilómetros cuadrados y haya confinado a sus casas a más de
200.000 colombianos de bien?
Arauca ha sido un departamento ganadero desde siempre,
y petrolero más recientemente, desde la década de los ochenta del siglo
pasado, cuando, por fin, empezó a aparecer oro negro de este lado de la
frontera. Es también uno de los departamentos de la Orinoquía que hoy miran con
ojos codiciosos, además de las multinacionales petroleras que se chupan
el subsuelo, también las grandes empresas de agricultura extensiva que compiten
por la tierra con la tradicional actividad ganadera, que en Arauca es además
una verdadera cultura.
Pero Arauca hace parte, además, de ese inmenso
entorno rural que no ha logrado integrarse plenamente al desarrollo y a la
modernidad, a pesar de los avances relativos financiados con la jugosa bolsa de
las regalías. Por ello, Arauca ha sido, y lo que es peor, no ha dejado de ser
escenario de la violencia de todas las marcas, que aún se resiste a desaparecer
bajo la acción persistente y valerosa de la Fuerza Pública.
El Eln está celebrando, con más terror, la efemérides
de más de tres décadas de terror de uno de sus frentes, y no encontró mejor
forma que decretar un ‘paro armado’ con amenazas para quienes transitaran por
las carreteras y abrieran sus comercios. No valió la convocatoria de las
autoridades civiles y militares; no valió la fuerte presencia militar en
las carreteras y en los centros urbanos; los araucanos cedieron a la amenaza
terrorista. Es desolador el panorama de toque de queda que mostraron los
noticieros. ¿Por qué?
El terror paralizante es un fenómeno que afecta a los
individuos y como tal es estudiado por la sicología, pero también afecta a las
sociedades frente a una amenaza latente, que está ahí, que puede convertirse en
desgracia.
Esto sucede en Arauca. Hoy hay un operativo
impresionante para conjurar la amenaza del paro armado, pero lo araucanos saben
que no puede ser permanente. Y lo que es peor, saben que, a pesar de la
presencia importante de la Fuerza Pública, la guerrilla va y viene a uno y otro
lado de ese Arauca vibrador que comparten con Venezuela. Para el gobernador
Ataya, “La frontera es el problema número uno para el departamento de Arauca
porque la guerrilla existe, se encuentra y sus campamentos están todavía en
territorio venezolano…”
Por todo ello, a partir de un símil que me parece
válido, le hago al señor ministro Pinzón y al Gobierno Nacional una propuesta
en nombre de los ganaderos y de toda la comarca araucana. Los ganaderos
colombianos, conjuntamente con el ICA y atendiendo requerimientos de las
autoridades sanitarias internacionales, creamos en esa misma frontera una Zona
de Alta Vigilancia –ZAV, con estrictos controles para evitar la circulación del
virus de la fiebre aftosa proveniente de Venezuela, país que está muy lejos de
nuestros esfuerzos sanitarios contra la enfermedad.
Señor Ministro: Para que los araucanos puedan superar
ese terror paralizante, consolide una Zona de Alta Vigilancia, una ZAV militar
con estrictos y permanentes controles para que el virus de la inseguridad no
circule libremente desde una país que, al parecer, a pesar de los logros
diplomáticos recientes, todavía está muy lejos de nuestros esfuerzos militares
contra la violencia. A los ganaderos nos ha funcionado.
Presidente ejecutivo de FEDEGÁN
Sígueme en Twitter… @jflafaurie
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