@jflafaurie
Desde hace
medio siglo, cuando la guerrilla nos declaró objetivo militar y sus voceros
urbanos objetivo de la guerra ideológica y política, el gremio ganadero ha
lidiado con el estigma de ser un sector terrateniente, explotador y
paramilitar; estigma que nuestros contradictores se han encargado de vocear en
forma permanente e injusta con los 500.000 ganaderos colombianos, la mayoría
pequeños y medianos trabajadores del campo, víctimas, como todos los pobladores
rurales, de la violencia cruzada de guerrilleros, paramilitares y
narcotraficantes.
Pero las cosas
están pasando de castaño a oscuro. De un tiempo para acá, asistimos a un
verdadero “linchamiento moral”, por parte de una especie de cofradía de
columnistas y “formadores de opinión”, concentrados en una perversa estrategia
de desprestigio de los ganaderos y de la ganadería como sector. Y en ese empeño
no han dudado, inclusive, en llevarse por delante la Ley de Víctimas y
Restitución de Tierras.
En efecto, en
el arranque del inédito y enorme ejercicio de justicia que representa el
proceso de restitución, la Corporación Nuevo Arco Iris le lanzó una carga de
profundidad al afirmar ante la opinión pública –no ante las autoridades, como
correspondía– que los ganaderos del Cesar habían conformado grupos armados
antirestitución. Muy rápido, el representante Cepeda, cuantificó en 200 el
número de municipios con presencia de estos grupos, para luego rectificar
irresponsablemente y ajustarlo a 400 municipios. Es decir, según Cepeda, en un
santiamén, la tercera parte del país se infestó de grupos antirestitución
financiados por ganaderos.
En el entretanto, La Silla Vacía sacó de contexto unas declaraciones mías de 2006, y con ellas pretendió hacer creer que los ganaderos financiaron grupos paramilitares. No. Lo que dije fue diferente y hoy lo puedo repetir. Luego de veinte años de victimización, los ganaderos apoyaron las Convivir, creadas por el Gobierno como parte de una política de seguridad rural y amparadas por la exequibilidad de la Corte Constitucional. Fueron concebidas como un servicio privado de seguridad, análogo al que existe en las ciudades, pero al ser infiltradas por el narcotráfico, el Gobierno decidió proscribirlas, y el gremio ganadero las rechazó, como siempre ha rechazado cualquier opción de seguridad al margen de la Ley.
Dije también, que quien tuviera responsabilidades penales, las asumiera; pero que el ganadero extorsionado, no podía ser encausado como “financiador”, por cuenta de la vacuna impuesta por el terror. Planteé que la ganadería, como colectivo, aceptaba su responsabilidad, que no era menor a la de otros sectores de la economía ni a la del Estado, responsable del abandono que convirtió al campo en feudo de guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes. Una realidad que significó el asesinato de miles de los nuestros, como quedó registrado en el libro “Acabar con el Olvido”, incontestado por los administradores de justicia y aún en la más vergonzosa impunidad.
El mismo medio digital, no solo se unió para condenar a Jorge Visbal, sino que la emprendió contra la ganadería y contra Fedegán, endilgándole responsabilidades para con las víctimas del paramilitarismo, en otra aberrante generalización que no se compadece con la realidad del gremio ni con su condición de víctima de la violencia.
¿Por qué
Fedegán? ¿Por qué los ganaderos? ¿Quién está detrás de esta estrategia de
linchamiento moral? ¿Quién será el próximo? Las preguntas se imponen. Tal vez
yo, o cualquier otro, sólo se necesita la acusación perversa de uno de tantos
malquerientes de la ganadería. Lo reitero: los ganaderos hemos sido víctimas y,
en consecuencia, Fedegán continuará defendiendo la dignidad de 500.000
colombianos dedicados a esta actividad. Se lo debemos a nuestras víctimas, al
futuro de la ganadería y al campo colombiano.
*Presidente ejecutivo de Fedegán.
Una r en medio de una palabra se pronuncia suave, y las palabras compuestas por una que empiece con r llevan dos rr, así "irresponsable", "contrarreforma", "antirrábica", en otro caso se debería poner un guión: si se escribe "antirestitución" se debería prununciar como "antares". Es muy molesto ese vicio en todos los escritos.
ResponderEliminarTambién pierde mucha fuerza el argumento cuando se apoya la Ley de Víctimas. Las calumnias de los terroristas de Arco Iris son como arandelas en comparación con ese engendro.