Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie
Empieza a subir una atmósfera de desconfianza y desgaste en
las expectativas que se tejieron en torno al proceso de paz. El abuso mediático
de las FARC para contener una crisis temprana y su afán por darle salida a sus
improcedentes demandas sobre la “tierra”, la han llevado al terreno de las
contradicciones. Hablan de un fondo para distribuir tierras, ajenas por
supuesto, porque niegan el despojo violento que protagonizaron. Piden cese al
fuego bilateral, pero no reconocen el fracaso de su tregua unilateral. Proponen
humanizar el conflicto, pero ocultan sus crímenes de lesa humanidad. Hablan de
“coincidencias” con el gobierno en el tema agrario, cuando éstas no pasan del
ámbito diagnóstico y especulan con una “Constituyente” que el Presidente jamás
ha avalado.
Las FARC engañan y manipulan. Todo vale, incluso, misivas a
Chile y Venezuela, países acompañantes del proceso, con el ánimo de que ellos
también los legitimen y traguen entero los sapos de su aparente postura
conciliatoria y democrática. Ya lo vivimos con su muy elaborada estrategia de
concitar la participación de la sociedad civil, que sirvió para que arroparan
sus demandas con la bandera del “pueblo”. Y, ahora vuelven a generar falsas
esperanzas sobre la posibilidad de alcanzar la paz, con nuevos señuelos. Esta
vez, asociados a sus anhelos de proteger a la población civil y superar la
pobreza de los “sin tierra”. ¿Quién les cree?
Ahí está su iniciativa de “cese al fuego bilateral”.
Cacarean sobre la urgencia de honrar el Derecho Internacional Humanitario y los
Derechos Humanos, pero a nuestras espaldas entrenan y reclutan milicianos,
apertrechan armas y municiones, preparan planes terroristas y continúan
financiándose con dineros del narcotráfico, el secuestro y la extorsión, como
lo develaron las interceptaciones y hallazgos en las fronteras con Ecuador y
Venezuela. Más parecen dar por sentado un fracaso en La Habana y alistarse para
prolongar la guerra que para la paz.
Tamaño engaño no está lejos de sus propósitos en el tema de
la tierra. Su oferta de entregar a los campesinos las “tierras provenientes de
latifundios improductivos, ociosos o inadecuadamente explotados, tierras
baldías, tierras apropiadas mediante el uso de la violencia y el despojo, y
tierras incautadas al narcotráfico”, no sólo parte de concepciones erradas
frente al inexistente “latifundio”, sino de alterar los derechos legalmente
adquiridos por miles de propietarios rurales, por vía de una reforma
expropiatoria, para habilitar un nuevo baño de sangre en el campo.
Pero más importante es su cínico negacionismo sobre los 50
años de despojo y expoliación a miles de campesinos, para quedarse con 800.000
hectáreas, que a todas luces no están dispuestos a depositarlas en el famoso
fondo para “desganaderizar” la economía rural, como reconoció Iván Márquez. No
extraña el silencio de la delegación oficial. La sensación es que pretenden
legalizar el robo de tierras de su “colonización armada”. Ese será su botín de
guerra. Pero, además, adueñarse de otras tantas para expandir las Zonas de
Reserva Campesina, donde irán a parar los desmovilizados de las FARC, de
prosperar la precaria “paz urbana” que se cohonesta en Cuba, a expensas del terror
de los campesinos honrados que las habitan.
Era a lo que nos exponíamos, pero nadie medió los alcances
de las negociaciones, los nuevos arrestos de las FARC y la dinámica que le
imprimieron al proceso. Y no me refiero a los avances, escasos por cierto, sino
a sus fehacientes demostraciones de querer mantener a la ruralidad en el
ostracismo y la violencia, de conservar su statu quo de depredadores y de
rendir a la institucionalidad a sus pies. Por eso no podemos claudicar en la
ofensiva militar durante los diálogos, con cese bilateral, ni creer en las
promesas de las FARC. No son una opción a la luz de la historia. Está de por
medio la incertidumbre y la desconfianza en las FARC, que parecen apuntarle más
a la guerra que a la paz.
*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.
Las lecciones que estamos viendo con Venezuela no se pueden perder. Las FARC correctamente deberian llamarse Fuerzas Armadas de Castro o de Cuba. Cuba ha logrado que sus camaradas sean elegidos para altos puestos en el gobierno de Vzla. A las FARC no se les puede creer NADA, no se puede negociar con ellos, sacarlos del pais, o la extradicion por todos los crimenes que cometen, y el daño a la infraestructura del pais, seria lo mejor ya que la infiltracion es muy peligrosa.
ResponderEliminarQuien les cree? Nadie o sólo Santos que prácticamente esta entregando la viabilidad del país en búsquedas personales sin importarle la suerte de los colombianos que lo llevaron al poder en aras de continuar con las políticas de seguridad.
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