@jflafaurie
Las propuestas oficiales
para adelantar la “gran revolución agraria en el país” sorprenden, pero no por
novedosas. Además de no resolver los problemas estructurales del campo, podrían
desatar un impacto negativo sobre la frágil economía rural. La creación del
fondo para distribuir parcelas entre labriegos “sin tierra”, necesitará más de
un blindaje contra el fracaso, para no repetir 50 años de reformas agrarias,
que terminaron por abandonar al campesino y alimentar la acumulación
patrimonial de narcotraficantes, guerrilleros y narcotraficantes. Pero hoy
vuelven sobre la equivocada visión fiscalista de la “actualización catastral”.
Una vía que puede convertir esta herramienta y al Impuesto Predial, en una
exacción ruinosa para campesinos y productores.
El paro por la dignidad
cafetera que ayer se conjuró, deja entrever la verdadera realidad del campo. Un
campo de pequeños y muy pequeños productores, con rentabilidades negativas y
graves necesidades insatisfechas. Pero, la caracterización del café no difiere sustancialmente
de la condición de otros sectores, incluido el ganadero. Aunque se le acuse de
latifundista, la realidad muestra que 415 mil propietarios –82% del total
sectorial– mantienen una economía campesina, con rentabilidades que en el
último lustro cayeron más del 17%. En consecuencia gravarlos como se ha venido
haciendo, a través de onerosas estimaciones catastrales, es profundizar la
brecha de pobreza, más aún en momentos que requieren reconvertirse para hacer
frente a los TLC.
Un Impuesto Predial más
alto para un campesino, es como quitarle el pan de la boca. Y no sería extraño,
que muchos se vieran abocados a dejar de pagarlo, acosados por la creciente
estructura de costos para producir o atender su precario bienestar. Cuando no a
enfrentar el límite de sus posibilidades económicas, hasta el punto de vender
su predio y salir expulsado de la ruralidad. La contribución se convierte así,
en una exacción que aprovechan los grandes y, especialmente, aquellos que no
necesitan la tierra para trabajar, sino como instrumento de control territorial
o para actividades, en no pocos casos, criminales.
Sabemos que
existe un conflicto entre vocación y uso del suelo y que necesitamos definir
una política catastral que genere dinámicas productivas y socio-económicas
virtuosas, de tal manera que con el tiempo se logre calzar la vocación con el
uso. Pero ello sólo será posible en la medida en que el catastro sirva, además
de los fines fiscales, como un instrumento de reordenamiento espacial de la
producción rural, que incentive el uso adecuado y castigue, económicamente, los
conflictos que hoy se derivan del uso que no corresponde con la vocación.
El avalúo
catastral rural subió 213% en la última década, al pasar de $30 billones a $94
billones. Es más, en 46 municipios donde se hizo actualización y formación catastral en 2012 los aumentos
superaron el 300% y el 500%. En Barranco de Loba o en Norosí (Bolívar) –donde más del
80% de la población rural tiene necesidades básicas insatisfechas– la variación
fue de 1.022% y 912%. Igual ocurrió en Piamonte (Cauca) y Ayapel (Córdoba) donde crecieron más del 700%. Ello
explica por qué en muchas áreas donde el tamaño del la UAF sólo busca compensar
las deficiencias agroecológicas de los suelos para producir, las tarifas del
Impuesto Predial terminan siendo superiores por unidad de superficie que las
más pequeñas. Recordemos que de 50 millones de hectáreas agropecuarias, sólo
541.304 son “excepcionales”. Las demás requieren inversiones. Pero, contra toda
lógica, la política impositiva en lugar de estimular, reprende.
Urge definir
una política catastral. En eso estamos de acuerdo. El ajuste –que debe
contemplar una reforma en la legislación del Impuesto Predial– debe partir de
una nueva metodología
para fijar los avalúos, en consonancia con la capacidad productiva y la rentabilidad de los
predios –acorde con la riqueza de los suelos, vocación y rentabilidad de cada
actividad productiva–. Con una prerrogativa: un régimen de estímulos a la
inversión para el uso adecuado de la tierra. Es decir, progresividad y equidad
fiscal, para habilitar un campo sostenible y sustentable.
*Presidente
Ejecutivo de FEDEGÁN
Doctor Lafaurie. Al igual que usted, soy alguien que se preocupa mucho por el estado actual en el que se encuentra el Sector Agrario en Colombia y por el impacto negativo que puede generarle la aplicacion de los TLCs firmados; por ello, a finales del ano pasado le presente al Consejo de Estado una Accion de Nulidad por Inconstitucionalidad en la cual demuestro los perjuicios que los pactos generan. Los argumentos expuestos se basaron en parte en sus opiniones manifestadas pos usted en el Congreso de la Republica el pasado 20 de noviembre; tambien, use como argumentos juridicos los Articulos 53; 64 y 65 de la Constitucion; adicionalmente, inclui la Ley 74 de 1968 y el Pacto Internacional de los Derechos Economicos Sociales y Culturales (PIDESC), de los 2 tome el Articulo 11 y a partir de ahi, fue una exposicion argumentada basada en la importancia historica que ha tenido el sector en la Historia Economica de Colombia y la ultima intervension economica estatal verdadera que fue la Introduccion del Ferrocarril hace casi 100 anos. Doctor, quisiera saber su opinion respecto a este comentario; por ello, le dejo mi E-mail. oscarfabiancalero@hotmail.com
ResponderEliminarGracias.
Doctor Lafaurie; usted no responde comentarios o su educación no le permite conocer su sabia opinión?
ResponderEliminar