José Félix
Lafaurie Rivera
@jflafaurie
“Hay
que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la
verdad”, Platón. Parece como si el
filósofo, desde los rincones de la historia, les mandara un mensaje a las Farc,
a propósito de su exigencia de crear la Comisión de la Verdad, pues lo primero que deberían hacer para
exigirla es poner su verdad sobre la mesa. Pero mientras Santrich exigía la tal
Comisión, su compadre Catatumbo declaraba, sin vergüenza alguna, que “La
comisión negociadora de las Farc reconoce su responsabilidad parcial en la
muerte y desplazamiento de varias familias durante el conflicto armado” y
que “sin duda, también ha habido crudeza y dolor provocados desde nuestras
filas". A eso reducen el desangre que le han causado al país durante
medio siglo.
Es la estrategia mentirosa que han aplicado
a lo largo de las negociaciones. No pusieron sobre la mesa la lista de sus
despojos para atreverse a hacer propuestas sobre el tema de la tierra; ni las
rutas del narcotráfico y sus contactos mafiosos, para tener un mínimo de
legitimidad que les permita hablar con el Gobierno de política antidrogas.
Guardan silencio sobre la macabra lista de reclutamiento y prostitución de
menores, y sigue oculta la verdad sobre miles de secuestros y asesinatos.
En este caso, como
siempre, no se trata de una propuesta sino de una exigencia, que además es
inmediata, es decir, no como resultado después de la firma de acuerdos finales,
como la acepta el Gobierno, sino como condición e insumo para la discusión del
tema de víctimas; otra estrategia para dilatar por años la negociación. Por eso Santrich se pregunta: “¿Cómo pueden
establecerse responsabilidades, o cómo puede abordar la mesa el tema de
víctimas (…), si no se establece cómo se dieron los hechos?”
A las Farc no les importan las víctimas, sino
lo que ellos llaman “el esclarecimiento del origen del conflicto y su verdad
histórica” y además exigen que ese esclarecimiento se remonte a la violencia
política de mediados de siglo pasado. ¿Para qué? Para sacar todo su
desueto arsenal ideológico y exculparse de todos sus crímenes, echándole toda
la culpa al Estado y a la sociedad.
En el comunicado lo dicen con
claridad, con una lista que incluye a “…los partidos y círculos políticos
hegemónicos, las asociaciones de terratenientes, los gremios, la gran
industria, los bananeros, ganaderos, banqueros y otros actores poderosos, que
(…) también han sido victimarios; al igual que las empresas que poseen los
medios de comunicación social”.
Y por supuesto, en su pertinaz
rechazo a nuestras instituciones, no aceptarán someterse a la justicia, sino a
un juez externo, ajeno al
Estado colombiano, al que consideran, simplemente, un victimario más. Según
ellos, en todas las experiencias de Comisiones de Verdad y justicia
transicional, “las autoridades imputadas o responsables por acción o por
omisión, no tuvieron a su cargo el juzgamiento de su contraparte”.
Esta es la verdad detrás de la
exigencia de verdad de las Farc. No reconocerán ni repararán a sus víctimas. No
reconocerán delitos ni aceptarán ser juzgados. No quieren integrarse a nuestra
sociedad sino imponernos la suya. Y el Gobierno les está haciendo el juego.
Mientras tanto, la sociedad civil
trabaja en la verdad como una forma de reparación y fundamento de la justicia.
La Fundación Colombia Ganadera-Fundagan, en 2009, presentó un informe con los
nombres de 3.293 víctimas de secuestro y/o asesinato, sin que haya habido
manifestación alguna de las autoridades. En 2013, un segundo informe reseñó ya
cerca de 9.000 ganaderos que se reconocen como víctimas de diversos delitos. Un
aporte a la verdad sin mentiras de Platón, la verdad de carne y hueso, la
verdad de las víctimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario