Por: José Félix Lafaurie
Rivera*
@jflafaurie
Los resultados
electorales de este 9 de marzo darán sorpresas. El desaliento con que
la opinión se aproximó al debate, fue una señal de agotamiento ante el Gobierno
y sus congresistas de la Mesa de Unidad Nacional, que vendieron unas
expectativas falsas y un país que el ciudadano del común no compró. La fractura
entre realidad y demagogia política pasó su cuenta de cobro. Las últimas
encuestas muestran lo que la propaganda gubernamental intenta ocultar. El 82%
de los colombianos desaprueba la gestión de Santos frente a la inseguridad, el
78% considera que empeoró la corrupción y un 71% rechaza el costo de vida.
Estas percepciones sumadas al errático proceso de diálogos con los
narcoterrorista de las Farc, hunden al Gobierno y a los congresistas que
aspiran reelegirse.
Entre tanto el Uribismo
puntea en las encuestas y se perfila como una alternativa real para el voto de
castigo, a la mala gestión de la Unidad Nacional. Una lectura que
matemáticamente podría dejarle 30 curules en el Senado al Centro Democrático.
Un justo contrapeso para corregir el unanimismo, que nos llevó a procesos
políticos indeseables y mantuvo en el congelador urgentes reformas
socio-económicas. Se materializan así, los fantasmas más temidos por el
presidente-candidato y la sobredimensionada campaña reeleccionista. Estas de
marzo, serán más que unas elecciones de Congreso, serán unas primarias.
Con 30 senadores
elegidos por Centro Democrático se desplomará la candidatura de Santos. Ahora
no tiene tan despejado el camino a la Casa de Nariño en la primera vuelta y
menos en la segunda. Considerando, además, que un 64% de los colombianos no
está de acuerdo con su reelección. Representa una coalición que se atraganta
con la “mermelada clientelar” de $2,7 billones y luce desaliñada por la
ausencia de propuestas para resolver el desencanto que embarga a los
colombianos. Factores que están en el cálculo ciudadano para elegir sus
preferencias este 9 de marzo. Y es que las expectativas de los
colombianos han virado en poco tiempo, sin duda, a favor del “Fenómeno
Uribista”.
Las listas del Centro
Democrático marcan la diferencia. Gente joven, estudiada y sin tacha que traerá
un nuevo liderazgo y una agenda fresca al Legislativo. Hombres y mujeres que
reúnen la experiencia y las ganas de hacer política, con manos limpias y
conocimiento. De esta “Generación del 14”, como se ha denominado, hacen parte
figuras como: Rosario Guerra, Iván Duque, Ana Mercedes Gómez, Alfredo
Ramos, Paloma Valencia, Fernando Nicolás Araújo, Honorio Henríquez, Paola y
Carolina Holguín, Tania Vega de Plazas, Carlos Felipe Mejía, María Fernanda
Cabal, Faruk Urrutia, Daniel Cabrales, Santiago Valencia y muchos más. Personas
meritorias y capaces de renovar y regenerar el ejercicio de la política.
Una bancada de esta
calidad y bajo el liderazgo de Uribe, rescatará al Congreso del clientelismo,
le regresará su prestigio y permitirá un sano equilibrio entre los poderes
públicos. Pero, además, será la oportunidad para adoptar mecanismos efectivos
de combate a la corrupción que está minando los recursos para el desarrollo,
restablecer la política exterior contaminada por el Castro-Chavismo con su
auspicio a los diálogos con las Farc y hasta poner fin a esas negociaciones que
mantienen preso al Ejecutivo y descontento al 60% de los colombianos, que
no le ve futuro a la mal llamada salida política, que no es otra cosa que una
puerta a la impunidad.
El Uribismo o el Centro
Democrático, darán la gran estocada en la jornada de este 9M y será la antesala
premonitoria de las presidenciales. Eso, en el entendido de que se cumplan las
reglas del juego democrático. Una premisa que pasa por asegurar las garantías
electorales para todos los aspirantes, la transparencia y legitimidad de los
resultados y controlar la amenaza impuesta por las Farc, el ELN y las Bacrim
sobre 221 municipios. ¡Sorpresas da la democracia! Y tengo la sensación que la
de este 9 de marzo, será una manifestación anti-reeleccionista,
anti-impunidad y anti-terrorista.
Presidente Ejecutivo de
Fedegán.
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