José
Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
Postulo a Rónal Ruiz y Elmelinda
Muse para ser las primeras víctimas que viajen a La Habana. De su
representatividad nadie podrá dudar, porque sus hijas, dos niñas indefensas, en
la última semana fueron carne de cañón de la absurda sevicia de quienes dicen
estar negociando la paz.
Que Santrich abandone su
risa socarrona y su burlón “quizás, quizás, quizás”, y aunque no pueda verla,
le dé la cara a Elmelinda y le explique por qué tenía que morir su hija
Yurani, de apenas dos años, cuando un tatuco cayó sobre su vivienda indígena en
Miranda, Cauca.
Que Márquez se despoje de su
cinismo y convenza a Rónal de que Isabela, su hijita de tres años, tenía que
morir por el solo hecho de que él es patrullero de la Policía; que le explique
por qué esa muerte, con una granada de fragmentación lanzada a un CAI en
Arauca, no es responsabilidad de las Farc, como pregona con arrogancia, sino de
políticos y terratenientes, de la prensa y la iglesia, del presidente de la
República y hasta del gobierno de Estados Unidos.
Y postulo al general Mendieta,
por supuesto, aunque el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional -¿en
qué pensará?-, comulgue con las Farc en que los soldados y policías no son
secuestrados sino “retenidos”, en una clara referencia a que se trata de
“prisioneros de guerra”, para así excluir al general, al intendente Pinchao y a
miles de héroes secuestrados y asesinados.
Si ese es el criterio de quienes
seleccionan a las víctimas, ¿qué podemos esperar? Mientras en los foros -falta
el show nacional de Cali- se ha tratado de esconder a las víctimas de las Farc
y resaltar las de paramilitares y agentes del Estado; mientras las Farc exigen
incluir a Cano como víctima y juzgar al presidente como victimario, la
Universidad excluye a los militares, policías y a sus familiares. Razón tiene
el general (r) Rey para solicitar a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos que requiera al Estado colombiano para que informe si los miembros de
la Fuerza Pública serán considerados víctimas o tratados como “iguales a las
Farc”.
En nada ayuda la declaración presidencial de
que: "Estamos en guerra, pero la guerra es entre combatientes, entre
los soldados y policías de nuestras Fuerzas Militares…”. Error. El Estado
colombiano, que yo sepa, no está en guerra contra nadie, ni los terroristas que
asesinaron a Isa y a Yurani pueden considerarse “combatientes” de causa alguna.
Nuestros soldados no “combaten” a una fuerza con derecho a imponer su modelo de
sociedad y Estado, porque, sencillamente, el Estado colombiano es legítimo. Si
no lo fuera, si la violencia de las Farc hiciera parte de una guerra legítima,
el general Mendieta habría sido, efectivamente, un “prisionero”; y el general
Méndez y el subintendente Muñoz, asesinados, a golpes el primero y degollado el
segundo, no serían víctimas sino caídos en combate de esa guerra -¿cuál
guerra?- contra las Farc.
No. La Fuerza Pública está defendiendo a la
sociedad de unos narcoterroristas que, ahora mismo, la extorsionan con víctimas
fatales todos los días -Yuris e Isabelas- y con actos terroristas contra la
población, para imponer sus ideas en la mesa, culpar al mundo de su barbarie y
lograr impunidad y poder. Y lo peor es que insisten en llamar a eso “proceso de
paz”.
Nota Bene. Del patrullero Ruíz, un bogotano que
lo perdió todo en Arauca y no sabe si puede perdonar: “Arauca es otra
Colombia, un territorio sitiado por la guerrilla y olvidado. Todos lo saben y
no hacen nada…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario