José
Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
Se veía venir. Entrando al tema de víctimas,
las Farc harían lo posible no solo para dilatar las negociaciones -ya este año
tampoco será, según Márquez-, sino para eludir sus responsabilidades y meterle
conejo al país en una parodia por capítulos.
Primero fue un reconocimiento que el Gobierno
amplificó con entusiasmo a pesar de su ambigüedad -“...también ha
habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más
bien ‘babosa’, si se me permite la expresión, pero acompañada de un verdadero
Caballo de Troya: la exigencia de una comisión histórica, a la que el Gobierno
había dicho que no, pero terminó diciendo que sí, y a cuyos resultados habrá
que esperar, aunque se sabe que responderán al objetivo de las Farc de dejar
sentado que la violencia y, por tanto, todas las víctimas, son responsabilidad
del Estado y de toda la sociedad durante sesenta años.
Segundo. Luego vendrían los grandes foros,
exigidos también desde la isla sin unos entregables claros, pero con una
estrategia, esa sí muy clara, para privilegiar la participación de todas las
víctimas diferentes a las de las Farc, a lo cual ayudó la quizás un poco
ingenua falta de coordinación de las víctimas de la narcoguerrilla, que nunca
sintieron la necesidad de organizarse como tales para exigir políticamente
su condición. Los cientos de testimonios y propuestas de esta escenificación
buscaban lo mismo: eclipsar a las víctimas de las Farc y acabar de diluir la
responsabilidad por los crímenes de la guerrilla a partir de una curiosa socialización
de la culpa.
El tercer capítulo es la selección de las
víctimas que irán a La Habana. Mientras terminaba de escribir estas líneas se
conoció el listado de las doce primeras, y el debate se encendió de inmediato
cuando se supo que solo cinco de ellas eran víctimas de las Farc, y cuando los
señores Fabrizio Hochschild y Alejo Vargas
confesaron que la escogencia se hizo con la mayor ponderación y siguiendo ‘los
criterios de la mesa’.
No entiendo tal ponderación. ¿Acaso no estamos
negociando con las Farc el cese de SU violencia y el reconocimiento y
reparación de SUS víctimas? ¿Acaso los agentes del Estado no están siendo
sometidos a la justicia con ejemplar dureza y sus víctimas reparadas por esa
vía? ¿Acaso las de los paramilitares no hacen parte de la instancia
transicional de la Ley de Justicia y Paz? ¿Qué hacen allá entonces? Como
colombiano me indigna que el Gobierno se someta voluntariamente a semejante
claudicación, que no solo desequilibra las negociaciones en favor de las Farc,
sino que está minando la credibilidad del proceso y la posibilidad de que el
pueblo lo refrende en las urnas.
Ya imagino la frotada de manos de Márquez y
Santrich cuando desfilen siete víctimas de agentes del Estado y de
paramilitares para sellar con contundencia su tesis y su estrategia: todos
somos víctimas, todos victimarios, luego las Farc no están obligadas a
reconocer sus crímenes ni a responder ante ningún tipo de justicia, así sea
transicional y generosa, por lo menos hasta que no lo haga el Estado y todo el
país con ellos.
Y cuarto, Finalmente, las víctimas subirán al
estrado en varias tandas, pero a juzgar por la inicial, el resultado neto no
será la confrontación a las Farc para exigirles verdad, reconocimiento y
reparación, sino para escribir el último capítulo de la exculpación por todos
sus crímenes. Y lo peor de todo, mientras los siguen cometiendo.
Nota bene. Después del punto final registro la
información radial de otro atentado de las Farc en Tumaco, con tres civiles
heridos, dos menores de edad. Sin comentarios.
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